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La altitud -

A más de 5.000 metros sobre el nivel del mar, el clima frío y la falta de oxígeno de La Rinconada hacen de este lugar uno de los más inhóspitos de la Tierra.

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Nieve perpetua -

Los habitantes de este pequeño pueblo, encaramado en la cima del Monte Ananea (Andes peruanos), pasan la mayor parte del año en temperaturas bajo cero.

El aumento del precio del oro atrajo a miles de personas de La Rinconada

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La gente acudió en masa con la subida del precio del oro -

El aumento del precio del oro atrajo a miles de personas a La Rinconada, quienes tuvieron que enfrentarse a un peligroso camino de montaña cubierto de hierba, rocas, tierra y, a menudo, hielo. Este terrible viaje puede tomar incluso varios días.

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Es un pueblo enorme -

Las personas que llegaron a La Rinconada durante décadas tuvieron que improvisar sus cabañas con materiales como el zinc.

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Unas condiciones de trabajo extremadamente duras -

La mayoría de los mineros siguen el sistema del cachorreo: trabajan durante 30 días sin ningún tipo de salario y durante el día número 31 se llevan todo el oro que puedan como forma de pago.

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Es un trabajo muy peligroso -

El trabajo en las minas es muy peligroso, pues deben emplear explosivos caseros con polvo de dinamita y enfrentarse a la amenaza de los gases venenosos, el desprendimiento de rocas o las grietas en los glaciares.

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Las mujeres no pueden entrar en las minas -

La razón oficial es que la mina es extremadamente peligrosa, aunque se sospecha que existe una creencia entre los mineros de que si entra una mujer el oro desaparece.

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Las mujeres tienen que encargarse de todo lo demás -

Eva Chura, de 42 años, le contó a Reuters que los hombres no ayudan, añadiendo lo siguiente: "No cuento con mi marido, porque no me ayuda ni como padre ni como esposo".

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Deben alimentar a sus hijos -

Chura amamanta en esta fotografía a su bebé de tres meses: "Soy su mamá y su papá".

Las "pallaqueras", nombre con el que se conoce a estas buscadoras de oro, decidieron dar un paso al frente para asegurarse la independencia económica.

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La mejor solución posible -

Si no podían entrar en las minas, al menos sí podían rastrear el oro en las pilas de escombros de roca descartada de las minas. Su objetivo es claro: encontrar todo el oro que haya pasado desapercibido a ojos de los hombres.

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Hora de despertar -

Las cooperativas mineras permiten desde entonces que las pallaqueras rastreen cualquier resto de oro entre las piedras descartadas de las minas, pero tan solo durante una hora al día, comenzando a las 6.30 de la mañana.

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Anís y hojas de coca -

Una mujer le ofrece un vaso de anís a Eva Chura, quien sostiene un cigarro en una mano y unas hojas de coca en la otra. Masticar estas hojas y beber anís es ya un ritual obligatorio antes de comenzar a buscar oro.

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Las hojas de coca ayudan a paliar el mal de altura -

A estas altitudes, el aire pierde presión y oxígeno. Las hojas de coca se usan como remedio para paliar el mal de altura.

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Un trabajo demoledor -

Las mujeres recogen piedras que sospechen puedan contener granos de oro.

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Pocos resultados -

Chura cuenta lo siguiente: "A veces, lo único que consigo en una semana es un gramo o dos de oro [...] Si tengo suerte, a veces pueden ser hasta 20 gramos, pero eso depende de la fortuna".

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Trabajando con descartes -

"A veces hay oro, en otras ocasiones no. Por el momento es muy escaso", asegura Chura.

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Peligro de ladrones -

El oro también atrae a personas con intenciones poco loables, que intentarán robar el metal que no trabajaron. En la foto vemos un espantapájaros que sirve como aviso para estos delincuentes.

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Contribuyendo a la economía del pueblo -

La economía del pueblo depende completamente del oro que se extraiga de las minas de las montañas colindantes.

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Contribuyendo a la economía del pueblo -

El dinero de estas mujeres acaba repercutiendo en negocios de otras compañeras.

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Las mujeres quieren trabajar -

Centenares de pallaqueras examinan a primera hora de la mañana las rocas descartadas en las minas colindantes. 

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Se protegen las unas a las otras -

Debido a la peligrosidad de su labor, estas mujeres se organizan entre ellas formando varias asociaciones de pallaqueras.

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El peligro del envenenamiento por mercurio -

El agua y el mercurio usados para extraer oro de las rocas suponen una grave amenaza para la comunidad, situación que queda agravada con la falta de alcantarillado.

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Las dificultades del día a día en La Rinconada -

Este pueblo no tiene alcantarillado, agua corriente ni hospitales, además de contar con muy poca presencia del gobierno. 

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Los límites del sufrimiento -

El día a día de La Rinconada nos muestra lo lejos que podemos llegar para buscar una vida mejor.

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Deben perseverar -

Chura admitió que es muy triste vivir entre la basura y la suciedad, lavándose en el agua fría que cae de la montaña. "Tienes que decirte a ti misma que debes continuar", asegura.

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Apreciando los pequeños placeres de la vida -

Yaquelin, la hija de Chura, no pierde ninguna oportunidad para sonreír, a pesar de todo. Su madre confesó lo siguiente: "Los niños te dan la fuerza y el coraje para trabajar".

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Las mujeres que se empoderaron a sí mismas -

El otro hijo de Chura, Luis Miguel, salta sobre la cama de su humilde hogar. La pallaquera se muestra orgullosa: "No queremos nada, lo tenemos todo".

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Una vida radicalmente diferente -

Las mujeres pallaqueras tienen una vida muy diferente de la nuestra, aunque todos compartimos una ambición: el bienestar de los nuestros.

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