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¿Por qué es importante manejar distintas estrategias de resolución de problemas? -

¡Para distintos problemas, distintas soluciones! Por eso es importante que tengas en cuenta una amplia variedad de estrategias con las que enfrentarte a los retos de manera más inteligente. 

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Definir el problema -

Identificar la problemática es el primer paso para resolverla. De esta forma podrás crear un plan eficaz adecuado. 

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Definir el problema -

Desglosar los diferentes aspectos de un problema puede ayudarte a reconocer su magnitud y poner en marcha la estrategia que mejor lo solucione.

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Esquematizar el problema -

La complejidad de los problemas se visualiza mejor si la transformamos en un dibujo o diagrama. Una imagen vale más que mil palabras y esto se aplica a los desafíos.

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Esquematizar el problema -

Por ejemplo, si quieres mejorar la rapidez con la que tu equipo crea y vende un producto, será mejor que empieces por ilustrarles los distintos pasos del proceso. De esta forma se identificarán mejor las potenciales áreas de desarrollo. 

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Visualizar el problema -

En ocasiones, lo más costoso es conocer el alcance real de un problema (sobre todo si estás dentro del mismo y no lo ves con perspectiva). En esos casos, lo mejor es visualizarlo objetivamente analizando cada elemento por separado. 

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Visualizar el problema -

Una buena técnica para identificar los problemas es visualizarlos de forma piramidal: primero, ponlos todos encima de la mesa y después, organízalos jerárquicamente del más al menos importante. Una vez tengas esto hecho, estarás más que preparado para los siguientes pasos. 

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Reducir el problema -

Reducir las problemáticas a su mínima expresión puede ayudar y mucho. De esta forma, obtendrás retos más pequeños con los que lidiar mejor de forma individual e inmediata.

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Reducir el problema -

¿Qué necesitas para resolver tu mayor problema ahora mismo? Pregúntate qué intentas lograr y qué obstáculos necesitas combatir. 

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Redefinir el problema -

Cuando creas que los problemas no tienen solución, lo único que tienes que hacer es redefinirlos analizando la base de los mismos. ¿Por qué se te plantea ese conflicto en primer lugar?

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Redefinir el problema -

Si, por ejemplo, tu empresa quiere crear un producto porque existe una gran demanda pero no dispone de los recursos suficientes para ello, quizá resulte más viable desarrollar otro diferente con los recursos actuales.

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Reunir y organizar la información sobre el problema -

Puede que existan causas específicas para una determinada problemática. Reunir toda la información posible en torno a ella ayudará a identificarla en su extensión y analizar si existe algún patrón. 

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Dar un paso hacia atrás -

A veces no queda otra: dar un paso hacia atrás y deshacer lo andado puede resolver el problema que se ha generado. 

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Dar un paso hacia atrás -

Esto puede ser especialmente útil si necesitas recrear escenarios específicos para dar con la raíz del problema.

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Recurrir a experiencias anteriores -

Haz memoria: ¿ya has pasado alguna vez por una situación similar? Si es así, puede que tus experiencias pasadas te ayuden a establecer conexiones con el problema actual.

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Recurrir a experiencias anteriores -

Piensa en cómo abordaste la primera situación, qué soluciones utilizaste y cómo puedes aplicarlas al problema que tienes ahora entre manos.

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Usar el método Kipling -

El método Kipling es un sistema de identificación de problemas muy popular. Básicamente, propone seis preguntas importantes que tienes que hacerte siempre que quieras resolver un conflicto.

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Usar el método Kipling -

¿Cuál es el problema? ¿Por qué es importante? ¿Cuándo surgió el problema y por qué tiene que resolverse? ¿Cómo ocurrió? ¿Dónde se dio? ¿A quién afecta?

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Desarrollar posibles soluciones -

El objetivo no es evaluar varias soluciones, sino dar con todas las ideas posibles. Básicamente, consiste en utilizar el pensamiento creativo y la paciencia. La mejor solución no siempre es la primera o la más obvia.

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Contar con la ayuda de un moderador -

Intentar resolver un problema complejo entre varias personas puede ser complicado. En estos casos, un moderador puede ayudar a mejorar la eficiencia y mediar en los debates.

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Contar con la ayuda de un moderador -

El grupo puede beneficiarse de la presencia de una tercera persona imparcial para así poder centrarse en la tarea, documentar el proceso y mantener conversaciones productivas. De esta forma, obtendréis mejores soluciones.

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Valorar la estrategia de prueba y error -

Si un problema tiene múltiples soluciones y estás intentando decantarte por la mejor, recurre a la estrategia de prueba y error. Haz una lista y ve probándolas una a una.

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Lluvia de ideas -

Cuanta más gente contribuya a resolver el problema, más soluciones tendrás. Una lluvia de ideas hará que surjan propuestas en las que no habías pensado.

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Organizar y analizar las posibles soluciones -

Si un problema tiene múltiples soluciones, tienes que determinar cuál es la mejor de todas. Organízalas y analízalas para explorar todo su potencial.

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Organizar y evaluar las posibles soluciones -

Algunos de los factores que puedes analizar a la hora de organizar las soluciones son la rapidez, el riesgo, la viabilidad, el coste, la practicidad y la efectividad. Una vez lo hayas hecho, asígnales un valor del 0 al 10 en cada uno de esos aspectos.

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Pedir ayuda -

Pedir opinión a los demás te ayudará a obtener nuevas perspectivas y soluciones. Los amigos, familiares y compañeros de trabajo pueden ofrecerte experiencias, ideas y habilidades muy útiles.

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Alejarte del problema -

Si el problema no necesita una solución inmediata, intenta no pensar en él durante un tiempo. Despeja la mente hasta que te sientas preparado para abordarlo de nuevo.

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Alejarte del problema -

Tomarte un tiempo para descansar, hacer ejercicio y centrarte en ti mismo puede hacer que veas el problema con otros ojos.

Fuentes: (Indeed) (SessionLab)

Ver también: 60 formas maravillosas de ayudar a tu comunidad (y a ti mismo) 

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