La mayoría de cánceres testiculares se producen cuando las células germinativas se aglomeran y forman una masa. Las células germinativas se convierten en células reproductoras o esperma.
Este tipo de cáncer crece lentamente y se ha vuelto más común en las últimas décadas. Se divide en dos tipos: seminoma clásico (que suele afectar a los hombres de entre 25 y 45 años) y seminoma espermatocítico (suele darse en hombres mayores).
Este tipo de cáncer crece más rápido y suele afectar a los hombres a finales de la adolescencia o a principios de los 30. Los no seminomas se dividen en cuatro tipos en función de la célula germinativa de la que se conforme el tumor. Puede tratarse de un carcinoma embrionario, un carcinoma del saco vitelino, un coriocarcinoma o un teratoma.
Por lo general, el cáncer testicular es bastante infrecuente en comparación con otros. No obstante, se trata del más habitual entre los hombres de 15 a 35 años.
Uno de los signos más habituales es notar un bulto o inflamación en uno de los testículos. La acumulación de líquido en el escroto también es un síntoma común.
Sentir pesadez, malestar o dolor en un testículo o en el escroto también puede ser un síntoma. La atrofia testicular y el dolor sordo en la parte baja del abdomen o la ingle también pueden ser indicativos de un cáncer de testículo.
La causa de la mayoría de cánceres testiculares se desconoce. Se sabe que se producen algunos cambios en el ADN de las células testiculares, ero no qué los provoca.
Uno de los factores de riesgo es la edad. Cualquier hombre es susceptible de desarrollar cáncer testicular, pero suele afectar más a los que tienen entre 15 y 35 años.
Los testículos se forman en el abdomen y bajan hasta el escroto antes de que el niño nazca. Quienes sufren de criptorquidia (básicamente, del descenso incompleto de uno o ambos testículos) corren un mayor riesgo de desarrollar cáncer testicular.
Los hombres blancos son más propensos a padecer cáncer testicular, sobre todo los que viven en Europa y Norteamérica. Aún no se sabe por qué.
Algunas condiciones genéticas (como el síndrome de Klinefelter) pueden aumentar el riesgo de desarrollo de cáncer testicular. Lo mismo ocurre si se tiene un padre o un hermano con esta enfermedad. Sin embargo, la mayoría de hombres que lo desarrollan no presentan antecedentes familiares.
Los hombres con VIH, sobre todo los que desarrollan sida, son más susceptibles de padecer cáncer testicular.
Muchas veces el diagnóstico pasa por detectar un bulto durante una exploración física, ya sea por el médico o por el propio paciente.
Si se detecta algo durante la exploración física, el siguiente paso suele ser llevar a cabo un ultrasonido de los testículos.
Si el ultrasonido confirma la existencia de un posible cáncer, lo siguiente es realizar un proceso quirúrgico conocido como orquiectomía inguinal. Este consiste en extirpar el testículo a través de la ingle para examinarlo. Después, se realiza una biopsia de la masa.
También pueden realizarse otros exámenes, como una prueba sérica de marcadores tumorales. Esta se lleva a cabo con una muestra de sangre.
Si hay sospecha de cáncer testicular, también pueden realizarse TAC, radiografías y resonancias magnéticas para comprobar si la enfermedad se ha extendido a otras partes del cuerpo.
Las etapas del cáncer sirven para clasificar las características de la enfermedad y aplicar el tratamiento adecuado en consecuencia.
La etapa 0 es aquella en la que se ha producido un desarrollo de células anormales pero estas siguen dentro de los testículos donde se generan los espermatozoides. Básicamente, es el paso previo a la formación de un tumor.
La etapa I se da cuando se confirma la existencia de un cáncer pero este sigue delimitado al testículo y no se ha extendido a otras partes del cuerpo.
En la etapa II, el cáncer se ha extendido a los ganglios linfáticos situados en la parte posterior del abdomen. Si se detectan muchos marcadores tumorales o si el cáncer se ha propagado a otros ganglios linfáticos u órganos, se considera que la enfermedad se encuentra en la etapa III.
El tratamiento depende de muchos factores, principalmente del tipo de cáncer y de la etapa en la que se encuentre. La cirugía es uno de los posibles tratamientos y existen dos tipos: la orquiectomía inguinal radical y la disección de ganglios linfáticos retroperitoneales. Si el cáncer se ha propagado a otras partes del cuerpo, puede que los médicos decidan llevar a cabo varias intervenciones quirúrgicas para eliminarlo.
Este procedimiento consiste en extirpar el testículo afectado a través de una incisión en la ingle. Se usa para tratar seminomas y no seminomas.
Este proceso implica extirpar los ganglios linfáticos que hay por detrás de los órganos abdominales. Suele utilizarse para tratarse los no seminomas.
La radioterapia consiste en usar rayos X para eliminar las células cancerosas. Suele llevarse a cabo tras una cirugía para evitar que el cáncer vuelva a reproducirse. Los seminomas en particular suelen responder bien a la radioterapia.
A veces la quimioterapia basta para acabar con el cáncer y evitar la cirugía. Funciona tanto para los seminomas como los no seminomas.
El cáncer testicular como tal no se puede prevenir, pero conviene realizar autoexploraciones regulares. Si detectas un bulto o notas rigidez, malestar o cambios de tamaño, coméntaselo al médico.
El pronóstico para los pacientes de cáncer testicular es bastante positivo. La mayoría suelen tratarse y curarse correctamente, sobre todo cuando el cáncer se detecta de forma temprana. Aunque puede ser letal, el riesgo es muy bajo.
Fuentes: (American Cancer Society) (NHS) (Mayo Clinic) (Cleveland Clinic)
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SALUD Salud masculina
Los testículos son una parte muy importante del sistema reproductor de los hombres. No solo son los encargados de producir hormonas masculinas, sino también esperma. Por desgracia, también son susceptibles de desarrollar cáncer. Este en particular suele afectar más a los hombres blancos de entre 15 y 35 años. En esta galería ahondamos en las causas, síntomas y tratamientos del cáncer testicular, así como en el pronóstico de recuperación. Si quieres saber más, ¡sigue leyendo!