Algunos países como Brasil, Filipinas, México, Italia y Estados Unidos tienen un gran porcentaje de gente católica. A pesar del sinfín de escándalos que han salpicado a la Iglesia, esta confesión cristiana sigue siendo la más predominante. De hecho, se calcula que hay más de 1,3 mil millones de católicos en todo el mundo. Al ser tantos, su presencia influye en el bienestar emocional de quienes les rodean y en el suyo propio, tanto positiva como negativamente. Por ejemplo, hay ciertos elementos del catolicismo, como la idea del pecado, que pueden hacer que los creyentes se sientan culpables y piensen que están yendo contra la Iglesia e incluso contra Dios. Si quieres explorar el concepto de la culpa católica para entenderlo en mayor profundidad, ¡haz clic para seguir leyendo!
La culpa católica es un profundo sentimiento de culpa que experimentan los católicos tanto devotos como no practicantes. Esta nace de las acciones que parecen contradecir las enseñanzas de Dios y la Iglesia.
Los términos "culpa católica irlandesa" o "síndrome de la culpa católica" son intercambiables y hacen referencia al mismo concepto.
Este sentimiento suele ir de la mano de la sensación de insuficiencia y suele verse como algo negativo. Sin embargo, la culpa puede servir como brújula moral y ayudarnos a diferenciar el bien del mal. Sin embargo, la culpa católica se caracteriza por ser excesiva y principalmente negativa.
El catolicismo tiene una moralidad muy clara. Las acciones se dividen entre buenas y malas y estas últimas se consideran pecaminosas.
De los católicos se espera que cumplan cinco reglas: ir a misa los domingos y los días santos, confesarse (al menos una vez al año), comulgar durante la Pascua, honrar las fiestas de guardar y respetar los días de ayuno y abstinencia.
Además de las cinco reglas mencionadas anteriormente, hay otras que los católicos deben respetar, entre ellas ayudar a la Iglesia y seguir los diez mandamientos. Saltarse cualquiera de estos preceptos puede generar un sentimiento de culpa.
Los católicos a menudo se recrean en los pecados cometidos, dándoles vueltas una y otra vez en su cabeza, pensando en cómo han transgredido los principios morales de su religión.
La culpa católica es similar a otros tipos de culpa, por lo que implica sentir vergüenza, remordimiento y tristeza, todo ello vinculado a una acción o acontecimiento en particular.
Incluso las personas que se han criado en un entorno católico pero que se consideran no practicantes pueden experimentar este tipo de culpa, aunque suele ser más habitual entre los católicos devotos.
Confesarse puede aligerar el peso de la culpa, pero no la previene. Uno puede seguir sintiéndose culpable incluso después de confesarse. Esto es algo que se acentúa cuando la Iglesia sugiere realizar algún acto de penitencia para arrepentirse de los pecados cometidos.
La culpa puede surgir tras cometer un pecado o tras contemplar la posibilidad de cometerlo.
La Iglesia católica reconoce dos tipos de pecados. Cometerlos o pensar en ello puede desencadenar un gran sentimiento de culpa en los creyentes.
Los pecados graves hacen que el alma de quien los comete quede condenada para toda la eternidad. Vienen determinados por tres factores: falta grave, conciencia plena y acuerdo intencionado.
La falta grave hace referencia a acciones inmorales como el asesinato; la conciencia plena, a ser consciente de la falta o delito; y el acuerdo intencionado a consentir el pecado sin coacción. Estos elementos son esenciales para entender la gravedad y naturaleza intencional del acto.
Los pecados veniales, al contrario que los mortales, no son tan graves. Se analizan en base a si cumplen uno o dos de los criterios anteriormente mencionados (si cumpliesen los tres, serían pecados mortales). Estas faltas leves no cortan del todo el lazo entre el creyente y Dios.
Una mentira piadosa sería un ejemplo de pecado venial. Aunque estas acciones no condenan a alguien a ir al infierno, sí requieren algún tipo de expiación y suelen provocar un cierto remordimiento.
Dejar la Iglesia tras el bautismo se considera un pecado grave, ya que este ritual se ve como un compromiso de por vida. Por lo tanto, para los creyentes, renegar de la Iglesia está al mismo nivel que abandonar a Dios.
La Iglesia utiliza una expresión en latín para ello: Extra Ecclesiam nulla salus, la cual significa que la salvación solo se puede encontrar en la Iglesia. Como consecuencia, quienes eligen salir de ella suelen sentirse muy culpables.
La culpa católica puede volverse patológica cuando afecta a la salud mental de quien la padece, provocándole una ansiedad constante sobre las preocupaciones morales y religiosas. En esos casos, pasa a conocerse como escrupulosidad.
Las personas que experimentan una culpa muy profunda pueden desarrollar varios síntomas y trastornos como el TOC para lidiar con los pensamientos "pecaminosos".
Los creyentes de diferentes confesiones cristianas pueden experimentar escrupulosidad debido a las diferentes leyes y reglas que creen estar infringiendo en el seno de sus respectivas denominaciones.
Los católicos siguen unas reglas muy estrictas en lo relativo al sexo y el matrimonio. Las relaciones pre y extramatrimoniales, así como el uso de medios anticonceptivos, están totalmente prohibidos.
El impulso sexual forma parte de la naturaleza humana, pero la Iglesia espera que los feligreses se abstengan de tener relaciones. El conflicto entre la tendencia biológica a la intimidad y el hecho de que ceder ante ella se considere un pecado puede generar miedo, ansiedad y culpa hasta el punto de afectar a la dinámica de pareja.
La homosexualidad se considera un pecado y la Iglesia prohíbe las uniones entre personas del mismo género. Las personas criadas en un entorno católico son propensas a sentirse culpables, por no hablar de que ya suelen sentirse mal por tener una orientación sexual diferente a la normativa.
Reprimir las emociones puede contribuir a desarrollar depresión. Las personas con familias católicas estrictas suelen ocultar lo que sienten, lo que hace que se sientan extremadamente culpables y que tengan más papeletas para acabar deprimidos.
Lidiar con la culpa católica puede ser difícil, ya que suele estar arraigada a las creencias personales. Los valores familiares pueden dejar una gran huella, de ahí que superar el sentimiento de culpa sea especialmente complicado.
Reconocer que es imposible controlar por completo nuestros pensamientos, emociones e impulsos biológicos puede ser un buen punto de partida. Buscar ayuda profesional (p. ej. un psicológo o un grupo de apoyo) puede ser beneficioso para abordar y gestionar el sentimiento de culpa.
Fuentes: (Coaching Online) (Catholic Gallery) (Lithium Magazine) (America Magazine)
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Exploramos el panorama emocional de 1,3 mil millones de católicos
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Algunos países como Brasil, Filipinas, México, Italia y Estados Unidos tienen un gran porcentaje de gente católica. A pesar del sinfín de escándalos que han salpicado a la Iglesia, esta confesión cristiana sigue siendo la más predominante. De hecho, se calcula que hay más de 1,3 mil millones de católicos en todo el mundo. Al ser tantos, su presencia influye en el bienestar emocional de quienes les rodean y en el suyo propio, tanto positiva como negativamente. Por ejemplo, hay ciertos elementos del catolicismo, como la idea del pecado, que pueden hacer que los creyentes se sientan culpables y piensen que están yendo contra la Iglesia e incluso contra Dios. Si quieres explorar el concepto de la culpa católica para entenderlo en mayor profundidad, ¡haz clic para seguir leyendo!