La rosácea es una enfermedad crónica de la piel que afecta principalmente al rostro.
La rosácea, que es una afección bastante frecuente, es más común en mujeres mayores de 30 años y en personas de piel clara.
Los hombres son menos propensos a padecer rosácea, pero los síntomas pueden ser más graves.
Las personas de piel negra también pueden desarrollar el trastorno, aunque los síntomas pueden ser más difíciles de notar en la piel morena o negra.
Los primeros signos de rosácea son el rubor facial persistente o el enrojecimiento en la parte central de la cara.
Este enrojecimiento se ve acentuado por pequeños vasos sanguíneos dilatados o rotos, prominentes y visibles, llamados telangiectasias o "arañas vasculares".
La rosácea también se caracteriza por la aparición de pequeños granos rojos y duros en la piel. Estos granos a veces contienen pus.
Muchas personas con rosácea también presentan ojos y párpados secos, irritados e hinchados. Es lo que se conoce como rosácea ocular.
No son infrecuentes las sensaciones de quemazón o escozor en la cara. La piel puede estar caliente, con picor o sensación de tirantez.
A medida que empeora, la rosácea puede engrosar la piel de la nariz, haciendo que parezca bulbosa, una deformidad nasal conocida como rinofima. Esta afección es más frecuente en hombres que en mujeres.
La hinchazón de la cara, especialmente alrededor de los ojos, es otro signo de rosácea. Suele ir acompañada de manchas rojas elevadas, conocidas como placas, que pueden desarrollarse sin producir cambios en la piel circundante.
La piel seca y escamosa se asocia a la rosácea. No obstante, la piel facial central puede ser áspera a pesar de que algunos pacientes se quejen de piel grasa.
La decoloración de la piel que aparece en el cuello y el pecho en forma de manchas amarillo-anaranjadas es un síntoma poco frecuente de rosácea.
Se desconoce la causa exacta de la rosácea, pero no es contagiosa. Las investigaciones sobre la enfermedad sugieren que podría deberse a un sistema inmunitario hiperactivo. Otra teoría es que la rosácea es hereditaria. También se han barajado diversos factores ambientales.
Las teorías sobre la causa de la rosácea también culpan a la presencia de un ácaro microscópico llamado Demodex folliculorum. Este insecto es un habitante habitual de la piel humana, pero se ha comprobado que es sustancialmente más abundante en la piel facial de los pacientes con rosácea.
Existen factores desencadenantes conocidos que provocan brotes de rosácea. Entre ellos se incluyen el calor excesivo y la sobreexposición al sol o al viento.
Del mismo modo, se sabe que la comida picante, chili con carne o curry, por ejemplo, agrava la afección.
Se sabe que el estrés psicológico pasa factura al organismo, aumentando el riesgo de hipertensión, infarto de miocardio o ictus. También sirve como desencadenante de todo tipo de dolencias secundarias, como la rosácea.
El ejercicio, aunque es esencial para el bienestar físico y mental, por desgracia puede desencadenar la rosácea en algunas personas propensas a padecerla.
Los síntomas de la rosácea se pueden confundir fácilmente con los de otros trastornos de la piel. Uno de ellos es el acné.
La rosácea también puede parecerse al lupus, una enfermedad autoinmune crónica que puede causar inflamación y dolor en cualquier parte del cuerpo.
La queratosis pilaris es una afección muy común e inofensiva en la que aparecen pequeñas protuberancias en la piel. Su aspecto puede ser similar al enrojecimiento y los granos asociados a la rosácea.
La rosácea no tiene cura, pero el tratamiento puede controlar y reducir los signos y síntomas.
Si te han diagnosticado rosácea, lo primero que debes comprobar es que tu rutina de cuidado de la piel no sea la culpable. Algunos productos cosméticos, para la piel o el cabello pueden desencadenar brotes. Elige productos que no irriten la piel y utiliza un limpiador suave y no abrasivo.
En su defecto, tu médico proporcionarte una prescripción de cremas y pomadas tópicas y antibióticas.
Alternativamente, pueden prescribirse antibióticos orales para tratar los signos y síntomas asociados al trastorno.
Si los tratamientos tópicos y antibióticos no resuelven la afección, tu médico puede remitirte a un dermatólogo para un examen más exhaustivo de la piel.
Por lo demás, es responsabilidad tuya evitar los factores desencadenantes que empeoran la afección. Por ejemplo, la aplicación diaria de un protector solar con factor de protección 30, como mínimo, puede ayudar a reducir la aparición de rosácea.
Los baños faciales regulares con agua fría ayudan a frenar la aparición de brotes. Límpiate los párpados con frecuencia si eres propenso a la rosácea ocular.
La naturaleza visible de los síntomas de la rosácea suele suponer un reto psicológico para cualquier afectado. Quienes padecen esta enfermedad pueden experimentar problemas de autoestima, socialización y cambios en sus pensamientos, sentimientos y mecanismos de afrontamiento.
Afortunadamente, existen varias organizaciones que ofrecen asesoramiento y apoyo a quienes padecen esta enfermedad.
Fuentes: (NHS)(Healthline) (National Rosacea Society) (Changing Faces)
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Las bebidas alcohólicas, en particular el vino tinto, pueden desencadenar la rosácea.
Guía completa sobre la rosácea: síntomas, causas y soluciones
Te contamos en qué consiste
SALUD Cuerpo humano
La rosácea es una enfermedad crónica de la piel que puede provocar sensibilidad, rubor, enrojecimiento, capilares rotos y brotes. Es una enfermedad facial visible que afecta, por ejemplo, a más de 16 millones de estadounidenses, según la Sociedad Nacional de Rosácea. Este trastorno, a menudo angustioso, no tiene cura, pero puede tratarse. Entonces, ¿cuáles son los síntomas de esta dolencia tan común y cómo afecta a quienes la padecen?
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