El pecado es un concepto muy importante para la fe cristiana. Muchas personas atribuyen su origen a la historia de Adán y Eva, pero eso sigue siendo tema de debate.
Pero luego llegó Jesús para perdonarnos todos nuestros pecados. ¡Incluso murió en la cruz por ellos! ¿Podría decirse que él fue el primer devorador de pecados? Veámoslo.
Para entender mejor el rol del comepecados o devorador de pecados primero hay que comprender la importancia de la confesión.
Confesar los pecados es la forma de construir una relación con Dios y, en última instancia, la única de lograr el perdón. Jesús enfatiza esta idea en Lucas 11:4: "Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe".
Incluso el cristiano más devoto podía morir de repente y llevarse consigo todos sus pecados sin confesar. La única persona que podía cambiar eso era el devorador de pecados.
Los devoradores de pecados se comían (literalmente) los pecados del difunto. Si uno estaba en su lecho de muerte con cosas sin confesar y fallecía, el comepecados era su única oportunidad para evitar pasar por el purgatorio.
Se pedía a los devoradores de pecados que visitasen a los difuntos. Una vez con ellos, les colocaban un trozo de pan en el pecho para que este absorbiese sus pecados y se lo comían.
Según se creía, esto ayudaba a librar a la persona de sus pecados para que pudiese ascender al cielo. Por otro lado, el devorador de pecados quedaría condenado para toda la eternidad.
La tradición de usar comepecados se remonta a los siglos XVIII y XIX. Las familias los contrataban en algunas zonas de Inglaterra, Escocia y Gales.
Los devoradores de pecados no solo comían del cuerpo de un difunto, cargaban con sus pecados y quedaban condenados para siempre, sino que además ganaban muy poco por ello.
No se conservan muchos relatos escritos de primera mano sobre los comepecados. Uno de ellos puede encontrarse en Brand's Popular Antiquities of Great Britain, publicado en 1813.
El del libro, según consta, se sentó frente a la puerta, guardó la moneda que le ofrecieron y se comió el mendrugo de pan que le dieron con un tazón lleno de cerveza. Después, se levantó del taburete y anunció que el alma del difunto había partido en paz (a costa de la suya, claro).
En el testimonio de 1852 presentado por Matthew Moggridge a la Cambrian Archaelogical Association se puede leer lo siguiente: "Cuando una persona moría, los amigos mandaban llamar al comepecados del distrito, quien colocaba un plato con sal en el pecho del difunto y, sobre él, un mendrugo de pan. Después murmuraba el ensalmo y se lo comía, absorbiendo los pecados del fallecido".
Se desconocen los orígenes de esta tradición, pero es posible que estuviese inspirada en rituales paganos antiguos.
Death, dissection, and the destitute (1987), de Ruth Richardson, propone otra teoría. En la Edad Media, las familias nobles daban comida a los pobres cuando alguien moría en un supuesto intento de que estos rezasen por el alma del difunto.
En la Alemania medieval era costumbre preparar un "pastel de muerto" que, en lugar de absorber los pecados del difunto, servía para traspasar sus virtudes.
La masa se colocaba en el pecho del muerto y se dejaba fermentar. Después, se horneaba y los dolientes se la comían. La idea era que la masa absorbiese las virtudes de la persona mientras fermentaba.
Funeral Customs (1926), de Bertram S. Puckl, menciona una práctica similar: "Se sabe que las tribus salvajes sacrificaban a un animal en la tumba con la intención de que absorbiese los pecados del difunto".
El libro de Pucke también recoge una referencia a un testimonio del profesor Evans del Presbyterian College de Carmarthen (Gales). Según consta, este vio actuar a un devorador de pecados en 1825 y dijo que el bol y la fuente de la que "comía los pecados" se quemaban al final del ritual.
Según Evans, "quienes se lo encontraban lo evitaban como si fuese un leproso". ¡A nadie le gustaba tener cerca a estas personas llenas de pecados!
Por si el rechazo de la sociedad fuese poco, la Iglesia los condenaba y perseguía.
El Irish Times publicó un artículo sobre los comepecados en 1931 donde se comparaba esta práctica a la idea del chivo expiatorio de la Biblia.
"Si es toda la comunidad de Israel la que peca por ignorancia y, haciendo cualquiera de las cosas prohibidas por el Señor, se hace culpable, pero el hecho no es advertido por la comunidad, en cuanto llegue a darse cuenta del pecado cometido en ella, la comunidad ofrecerá un novillo como sacrificio expiatorio" (Levítico 16:13-14). ¿Te suena?
Se cree que el último devorador de pecados fue un hombre llamado Richard Munslow, quien murió en 1906. Cuenta la historia que Munslow fue un granjero de éxito que, tras perder a sus hijos, decidió dedicarse a llevar a cabo esta práctica.
Al parecer, creía que la tragedia que lo había asolado a él y a otros habitantes del pueblo se debía a que muchos morían sin haber sido absueltos de sus pecados.
En 2010, varias personas recaudaron fondos para restaurar su tumba y le dedicaron una misa especial en la iglesia de Shropshire (Inglaterra).
Fuentes: (Grunge)
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