La Edad Media o Medievo fue un periodo de la historia que duró desde el 500 a.C. hasta el 1500 d.C. También se lo conoce como "los años oscuros" y a continuación veremos por qué.
En el siglo XIII, un monje inglés de la Orden Franciscana llamado Bartolomeo Ánglico escribió una especie de enciclopedia con el título "De proprietatibus rerum" ("Sobre las propiedades de las cosas"), que hoy en día vendría siendo una especie de Wikipedia medieval. En ella, Ánglico expresa en detalle su desprecio hacia el invierno y se refiere a él como "todo lo contrario al verano". "Todo lo que nació gracias al verano, muere y desaparece con la crueldad del invierno", se lamenta el monje.
La agricultura era la principal fuente de sustento durante la Edad Media, pero esta se veía interrumpida durante los meses más fríos del año. La gente tenía que hacer acopio de bienes para poder hacer frente al invierno, por lo que si las cosechas no habían sido buenas, el pronóstico no era especialmente favorecedor.
La primavera era una estación de renovación y renacimiento, ya que simbolizaba la vuelta del calor, la comodidad y la prosperidad. Ver florecer los narcisos y asistir al nacimiento de los corderos significaba que habías sobrevivido un invierno más. La verdad es que la dura comparación entre el verano y el invierno de Ánglico no era del todo exagerada.
Gracias a los informes de la época, los anillos de los árboles y los testigos de hielo, contamos con una gran cantidad de información de cómo era el clima en aquella época.
Durante la Alta Edad Media (aproximadamente entre el 900 y el 1300 d.C.), Europa disfrutó de un clima de lo más favorable al que se denominó "el período cálido medieval". El aumento de las temperaturas permitió que la población se extendiese a nuevos territorios fértiles ideales para la agricultura.
Durante este período, los inviernos no eran tan duros y los cultivos florecían como nunca antes. Por ejemplo, la gente era capaz de cosechar uvas en Inglaterra a altitudes significativamente mayores que las de hoy en día.
Este glorioso período de tiempo hizo que la Pequeña Edad de Hielo del siglo XIV fuese aún más devastadora. Comenzó hacia mediados del 1300 y se prolongó hasta el siglo XIX. Este período se caracterizó por una bajada general de las temperaturas y por un aumento de los temporales, como las tormentas y las nevadas.
En 1359, Florencia (Italia) sufrió una nevada tan grande que hasta se conservan testimonios al respecto. En ellos se dice que "la nieve alcanzaba una altura extraordinaria; para poder aligerar los tejados, esta se tiraba a las calles y algunos pueblos quedaban bloqueados, por lo que los habitantes no podían salir de sus casas durante varios días seguidos".
Teniendo en cuenta todas estas dificultades, ¿cómo hacía la gente para sobrevivir?
Para empezar, se preparaban con meses de antelación. Una de las principales preocupaciones era la comida, ya que el invierno no favorecía la agricultura. Por lo tanto, mataban a parte del ganado para poder preservar su carne durante los meses más fríos.
Dichos animales solían ser las vacas y los cerdos, a los que alimentaban y engordaban en noviembre antes de que llegase el frío. Solo se sacrificaban aquellos que alcanzaban el tamaño deseado.
Matar a los cerdos era una tarea compleja que solía realizarse entre varias personas en diciembre. Una vez muerto el animal, se lo cortaba en varias partes y su carne se almacenaba para preservarla. El jamón en salazón era una de las cosas que más se comían en el Medievo.
Incluso la sangre y las entrañas del animal se aprovechaban para hacer comida, como la morcilla.
El mes anterior a Navidad también se aprovechaba para sembrar. En Bretaña solía cultivarse el trigo, pero también la cebada.
En enero, la mayoría de tareas agrícolas ya estaban completadas y el ritmo de vida se volvía más lento. En esta época del año, el suelo solía estar cubierto de nieve, por lo que la gente no podía hacer mucho más que pasar los días junto al fuego.
El fuego era la principal fuente de calor de los hogares medievales. Las casas solían tener chimeneas enormes y algunas incluso contaban con un fuego en el centro para calentar todo el espacio posible. El humo salía a través de un agujero situado en el techo.
A veces, un fuego no era suficiente para calentar toda una casa. Los braseros se llenaban de ascuas y se colocaban por la casa para que esta no estuviese tan fría, pero eran un objeto peligroso. Durante esta época, los incendios domésticos eran algo muy común.
Las familias solían dormir juntas en la misma cama para no pasar tanto frío. En muchos casos, incluso dejaban entrar al ganado para resguardarlo y ayudar a que la casa estuviese un poco más caliente.
En las casas medievales había siempre una corriente horrible, tanto si era una cabaña como un palacio. Esto se debía a que no estaban bien aisladas, por lo que el aire frío se colaba por todas las rendijas. Las ventanas de cristal eran una rareza, así que quienes tenían ventanas solían cubrirlas con papel o mortero y las sellaban durante el invierno.
Aún dentro de casa, la gente solía llevar abrigos de lana, bufandas, guantes y sombreros y se quedaba siempre lo más cerca posible del fuego para no pasar tanto frío.
Aunque los campesinos no tenían tanto acceso al pelo de animal como la gente rica, se cree que forraban sus ropajes con todo lo que tenían a mano, como piel de conejo o cordero.
Los países acostumbrados a la nieve, como los del norte de Europa, tenían varias formas de hacer frente al invierno. Por ejemplo, utilizaban esquíes para cazar y moverse de un lado a otro. Esto les permitía salir a por comida incluso en los meses fríos.
Sin embargo, en la Europa occidental, la gente no había visto la nieve hasta la llegada de la Pequeña Edad de Hielo, por lo que este fenómeno meteorológico les pilló totalmente por sorpresa. Los inviernos especialmente duros y largos causaban estragos entre la población, que muchas veces se quedaba aislada y sin provisiones.
En 1389, la región de Lozère, al sur de Francia, sufrió una nevada sin precedentes. Un escriba local dejó constancia de los estragos: "En enero, febrero y marzo cayó tanta nieve en Lozère, que numerosas granjas se perdieron y muchas personas murieron aplastadas por sus propias casas. Otras fallecieron a causa del frío, la hambruna o porque la nieve duró tanto que muchas se quedaron sin provisiones".
Nuestros ancestros seguían un ritmo de vida mucho más cíclico que giraba en torno a la naturaleza. Los meses fríos hibernaban y solo volvían a la acción cuando empezaba a hacer calor (si conseguían sobrevivir al invierno, eso sí).
Fuentes: (Medievalists.net) (Ancestry)
Ver también: Los hechos más escalofriantes sobre la Edad Media
Las semillas se sembraban a principios de invierno y se esperaba que germinasen durante los meses más fríos para luego brotar en primavera.
Las bolsas de agua caliente no existían de aquella, por lo que la gente solía calentar ladrillos o piedras en la chimenea y luego los envolvían en tela para colocarnos en la cama.
Cómo sobrevivieron nuestros antepasados a los inviernos medievales
No era fácil hacerlo sin calefacción central ni cadenas para las ruedas de los autos
ESTILO DE VIDA Historia
Ropa de abrigo, mantas, calefacción, bebidas calientes... Actualmente, el invierno es solo una estación más del año a la que no le tenemos particular miedo. De hecho, quedarse en casa tomando un té mientras fuera cae la nieve es incluso una experiencia reconfortante. Sin embargo, esto no era así en la Edad Media. Las casas de piedra o madera no estaban bien aisladas y la ropa no abrigaba lo suficiente. La gente estaba a merced de las inclemencias del tiempo y la vida era de todo menos fácil. Sin embargo, está claro que, de alguna forma, lograron sobrevivir a los duros inviernos. Si quieres saber cómo, ¡sigue leyendo!