Un nómada digital es alguien que no tiene un lugar de trabajo fijo, sino que alterna entre varios destinos durante casi todo el año. Hay quienes deciden quedarse en un sitio varios meses, pero otros prefieren ir de un lado a otro y no echar raíces en ningún sitio. Lo que todos tienen en común es su conexión digital.
Los nómadas digitales tienen empleos que dependen de la tecnología y suelen trabajar por cuenta propia o para empresas con puestos remotos, ya sea a tiempo parcial o completo. Esta flexibilidad es la que les permite cambiar de destino a su antojo.
Si bien el teletrabajo ya era algo habitual entre los autónomos, las filas de los nómadas digitales aumentaron a raíz de la pandemia. La sensación de libertad unida al crecimiento de la comunicación móvil y virtual hicieron que la gente se plantease otras formas de vivir y, por ende, de trabajar.
A raíz de la pandemia, muchos países decidieron invertir en esta nueva moda y recibieron a los nómadas digitales con los brazos abiertos. Tal fue el caso de Barbados, Aruba, Estonia y Georgia, donde empezaron a emitirse visados de trabajo especiales para permitir a los extranjeros quedarse hasta 6 meses con posibilidad de renovación.
Según Lonely Planet, Tulum (México) es conocido por ser un hervidero de nómadas digitales gracias a todos los influentes de Instagram, TikTok, YouTube y otras redes sociales que no han tardado en presumir del buen tiempo, las playas, el tequila, las ruinas y la tranquilidad que ofrece este lugar.
Los nómadas digitales también se han desplazado a lugares como Chiang Mai (Tailandia), Medellín (Colombia) y Bali (Indonesia), creando núcleos y aportando toda una serie de pros y contras a estos lugares.
Los lugares más atractivos para los nómadas digitales suelen tener un clima agradable, buenas vistas, Wi-Fi estable, espacios de cotrabajo y, sobre todo, un coste de vida barato.
Los nómadas digitales suelen ser escritores autónomos, diseñadores gráficos, creadores de contenido, programadores, desarrolladores de páginas web y aplicaciones, gestores de redes sociales, editores de vídeo, profesores remotos, etc.
Además de los claros beneficios de viajar, los nómadas digitales también se ahorran los desplazamientos, los códigos de vestimenta, las hipotecas y mucho más.
Ser nómada digital también te expone a nuevas culturas, comidas, filosofías de trabajo y muchos otros aspectos. Se trata de una forma de turismo lento, lo que puede ser destructivo a su manera.
Muchos aseguran que construir hoteles y espacios de cotrabajo para los nómadas digitales ayuda a crear empleo para los locales. También creen que la economía puede beneficiarse de sus cortas estadías y del dinero que aportan a la hostelería.
Según una investigación de los efectos de los nómadas digitales en ciudades como Chiang Mai, los locales han notado que estos fomentan el espíritu emprendedor con sus habilidades tecnológicas, lo que aumenta el interés de los locales en el trabajo digital, informa The Bogen Project. Los nómadas digitales tampoco suelen aprender el idioma del país, lo que obliga a los lugareños a hablar el suyo (normalmente inglés).
Conocer a gente aventurera, despertarse todos los días en el paraíso, descubrir nuevas culturas y sacarle el máximo partido a tu salario suena estupendamente, pero los nómadas digitales están empezando a ganarse el rechazo de los lugares que un día los acogieron con los brazos abiertos.
Los nómadas digitales buscan lugares baratos para poder sacarle el máximo partido a su salario, pero esto también implica que pueden permitirse pagar un alquiler más alto que los lugareños, lo que hace que los propietarios suban los precios.
A medida que los nómadas digitales compiten por los apartamentos en ciudades "baratas", los arrendadores se aprovechan de su poder económico y suben los precios de las rentas o dejan de ofrecer contratos a largo plazo para poder obtener el máximo beneficio de las estadías cortas. También publicitan sus casas en plataformas como Airbnb para poder ganar más dinero. Un gran ejemplo de esto es Lisboa (Portugal), donde los locales están haciendo frente a una crisis de alojamiento sin igual debido al interés de los nómadas digitales en la ciudad.
En Chiang Mai, los nómadas digitales disfrutan de unos espacios de cotrabajo cómodos, unos alojamientos céntricos y un coste de vida barato. A pesar de invertir en productos locales y de contribuir a la hostelería, han provocado un aumento de los precios y han expulsado a los locales (quienes trabajan por un salario normal) de los barrios que antes eran asequibles.
Lo mismo ha ocurrido en Ciudad de México, donde los locales no pueden permitirse pagar el alquiler en zonas que antes solían ser asequibles. La renta en el barrio de Hipódromo Condesa, por ejemplo, ha pasado de costar 18.000 pesos por mes a 60.000. Los trabajadores mexicanos se ven obligados a mudarse a las afueras, lo que hace que tengan que perder más tiempo en los desplazamientos. Esto, a su vez, se traduce en una mayor polución.
Desde una perspectiva socioeconómica, los nómadas digitales tienen muchos más privilegios que los locales. Durante la pandemia, muchos lugareños se quedaron sin empleo mientras que esta comunidad seguía trabajando y ganando dinero.
Además de la gentrificación y de la huella de carbono de los vuelos, el estilo de vida de los nómadas digitales está teniendo graves repercusiones en el medioambiente. En Tulum, por ejemplo, a medida que van llegando más extranjeros, aumentan los problemas de electricidad, alcantarillado, contaminación del agua y pérdida de hábitat de la fauna local.
Gracias a los visados de trabajo remoto, los nómadas digitales pueden disfrutar de todos los beneficios de vivir en entornos naturales sin pagar los impuestos que ayudan a mantenerlos, lo que hace que se aprovechen de las infraestructuras sin dar nada a cambio.
No es que los nómadas digitales se aprovechen de las comunidades locales y les perjudiquen intencionalmente, pero al no quedarse el tiempo suficiente, no son conscientes de los efectos a largo plazo de su estilo de vida.
Aunque se intente vender la idea de que cualquiera puede ser nómada digital, lo cierto es que mantener este estilo de vida requiere mucho tiempo y esfuerzo. Además, muchos nómadas digitales aseguran que es muy difícil compaginar la vida personal y la laboral cuando teletrabajas.
El trabajo es inestable, los gastos varían de mes a mes y casi no consigues ahorrar porque te lo gastas todo en viajar. Y aunque no pagues hipoteca, sigues teniendo que destinar parte del salario al alquiler, la comida, el transporte y la conexión a internet.
Ser nómada digital también implica dejar atrás a la familia y los amigos. A pesar del apoyo de la comunidad, muchos se sienten solos, de ahí que haya tantas iniciativas de cotrabajo y covivienda.
En una entrevista para CBC, algunos nómadas admitieron que les costaba encontrar gente con la misma flexibilidad y que el no echar raíces en ningún sitio les dificultaba el trabar amistades significativas. Hacer planes a largo plazo también se vuelve complicado, ya que no sabes dónde vas a estar al cabo de seis meses debido a los límites y requisitos de los visados.
A pesar de la aparición de espacios de cotrabajo, las ciudades con un gran número de nómadas digitales están sufriendo una clara invasión de las cafeterías. Algunas de ellas incluso les impiden usar sus computadoras portátiles en ciertos momentos del día. Esto también resulta difícil para los nómadas, ya que la falta de espacios privados puede hacer que su productividad se resienta.
Algunos nómadas digitales están optando por vivir en caravanas y autobuses reacondicionados, lo que les permite tener un hogar móvil y trabajar desde cualquier lugar. De esa forma también evitan la soledad y no contribuyen a la gentrificación, aunque también tienen que hacer frente a otros desafíos.
Fuentes: (FlexJobs) (CBC) (The Borgen Project) (Insider) (Going Global TV) (Expert Vagabond)
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Esto puede ser algo bueno o malo en función de cómo se mire. Si eres nómada digital, tienes que aprender a vivir con lo justo, ya que no echas raíces en ningún sitio. Básicamente, aprendes a llevar un estilo de vida minimalista y a no apegarte demasiado a tus posesiones.
Los nómadas digitales se diferencian de los trabajadores remotos en que se ven a sí mismos como una gran familia que se mueve por todo el mundo, siendo el claro ejemplo de que existen otros estilos de vida. Su vínculo es tal, que suelen crear espacios y organizar eventos para conectar los unos con los otros durante sus viajes.
Los nómadas digitales están haciendo que nos replanteemos el estilo de vida tradicional. En lugar de esperar a la jubilación, ellos se llevan el trabajo a la playa. Creen que de esa forma consiguen evitar el agotamiento, ya que disfrutan del mundo a diario y no solo cuando se van de vacaciones.
Nómadas digitales: ¿una maldición disfrazada de bendición?
Descubre si este nuevo estilo de vida es todo lo que promete ser
ESTILO DE VIDA Teletrabajo
¿Quién no ha soñado alguna vez con trabajar desde cualquier rincón del mundo sin ningún tipo de atadura? La pandemia nos dejó saborear durante algún tiempo las mieles del teletrabajo, pero hay quienes llevan este estilo de vida al extremo: los nómadas digitales. Este nuevo grupo demográfico se caracteriza por mudarse a destinos baratos y lejanos para usarlos como oficina temporal, lo que tiene sus pros y sus contras. En esta galería, analizamos todos los aspectos tanto positivos como negativos de esta nueva tendencia laboral. ¿Y tú qué opinas?