Aunque guardar secretos es algo muy habitual, los estudios apuntan a que es malo para nuestra salud física y mental.
Callarse las cosas, ya sea un ascenso o la infidelidad de un familiar, tiene varios efectos negativos a nivel psicológico.
Está demostrado que guardar secretos aumenta la producción de hormonas del estrés, lo que a su vez afecta a la tensión arterial, provoca insomnio y aumenta el riesgo de desarrollar ansiedad y depresión.
Los estudios también demuestran que quienes guardan secretos son más propensos a sufrir toxicomanía y dolor crónico.
¿Por qué guardar secretos nos trae tantos quebraderos de cabeza? Una investigación reciente apunta a que el problema no es la ocultación de información como tal.
Más bien suele deberse a que no paramos de darle vueltas a la información que no podemos revelar y eso nos genera estrés.
Según un estudio reciente de la Universidad de Columbia (EE. UU.), las personas que no paran de darle vueltas a sus secretos tienden a experimentar síntomas físicos y emocionales más graves.
Esto se debe a que obsesionarnos con un secreto nos deja sin energía física y mental; la culpa y la vergüenza también pueden hacer que sintamos un profundo temor a que la información salga a la luz.
No obstante, el peso del secreto depende de su gravedad. No desvelarle a un amigo que le habéis preparado una fiesta sorpresa por su cumpleaños es una cosa...
Pero ocultar que alguien ha hecho trampa en un examen es otra. Los secretos que tienen que ver con comportamientos malsanos son los que más remordimientos suelen causar.
Estos secretos "más serios" tienden a generar un miedo que a su vez provoca un sentimiento de vergüenza. Cuando nos imaginamos qué pasaría si la gente se enterase, solemos ponernos en lo peor.
Los expertos suelen distinguir la culpa de la vergüenza al hablar de los efectos psicológicos de guardar secretos.
Estos términos a veces se utilizan como si fuesen intercambiables, pero en realidad hay algo que los distingue.
La culpa se describe como un remordimiento relacionado con una situación en particular. Solemos sentirla cuando sabemos que hemos hecho algo mal.
La vergüenza, por otro lado, nos lleva a dudar de nuestra identidad o a hacernos creer que no estamos sabiendo cumplir con las expectativas que han depositado en nosotros.
La vergüenza es algo que se puede sentir independientemente de si se ha hecho algo malo o no. Nos hace preguntarnos si tenemos algún problema en lugar de si hemos hecho algo cuestionable.
Cuando hablamos de secretos, la culpa y la vergüenza generan reacciones diferentes en las personas que los guardan. Los secretos que nos hacen sentirnos culpables pueden llevarnos a desear haber hecho las cosas de otra manera.
Por ejemplo, si te sientes culpable por ayudar a un compañero a hacer trampa en un examen, puedes aprovechar ese sentimiento para comportarte de forma diferente la próxima vez.
Los secretos que provocan vergüenza, sin embargo, son más angustiantes. Esto se debe a que pueden despojarnos de nuestra autoestima y hacer que nos sintamos abatidos.
Por muy duros que puedan ser, los secretos suelen formar parte de la vida. Por lo tanto, ¿cómo evitamos que afecten a nuestra salud?
Si llevas mucho tiempo guardando un secreto, pregúntate a ti mismo cómo de importante es esa información para la persona que eres hoy en día.
Si consideras que el secreto ya no afecta a tu identidad actual, vincularlo a tus elecciones o comportamientos pasados hará que sea más llevadero.
También es buena idea evitar las situaciones en las que puedes tener que acabar ocultándole información perjudicial a tus seres queridos.
Esto no siempre es fácil, sobre todo si sueles ser el confidente de otras personas.
Si esto te suena, puede que sea momento de poner límites a las personas cuyos secretos te están haciendo sentir incómodo.
Pero si no puedes huir de los secretos y ves que están afectando a tu salud mental, busca ayuda profesional.
Por último, prueba a escribir sobre cómo te sientes. A veces, dejar las cosas por escrito nos ayuda a quitarnos un peso de encima.
Escribir un diario es una gran alternativa a compartir el secreto con una persona de confianza, lo que también es otra opción, pero una con la que no todo el mundo cuenta.
Fuentes: (Well+Good) (Caron Treatment Centers)
Si alguna vez has tenido que guardar un gran secreto, puede que estés familiarizado con el peso de esta carga y con su efecto en tu salud mental. La responsabilidad y la preocupación por irte de la lengua y acabar hiriendo a alguien pueden ser demasiado. Aun así, no todos los secretos son iguales y algunos son más perjudiciales para nuestra calidad de vida que otros. Si quieres saber cuáles son sus repercusiones psicológicas, ¡sigue leyendo!
Secretos: una carga psicológica difícil de soportar
La discreción también tiene sus consecuencias
SALUD Mente
Si alguna vez has tenido que guardar un gran secreto, puede que estés familiarizado con el peso de esta carga y con su efecto en tu salud mental. La responsabilidad y la preocupación por irte de la lengua y acabar hiriendo a alguien pueden ser demasiado. Aun así, no todos los secretos son iguales y algunos son más perjudiciales para nuestra calidad de vida que otros. Si quieres saber cuáles son sus repercusiones psicológicas, ¡sigue leyendo!