Gracias a un reciente estudio, varios científicos han descubierto que la depresión podría provocar dolor menstrual. Aunque los resultados no están exentos de polémica, en esta galería te ofrecemos un resumen de las conclusiones y otras posibles justificaciones. Los expertos sostienen que la relación entre la salud mental y el dolor físico es mucho más compleja que un mero vínculo genético. Entender cómo funciona esta relación podría abrir la puerta a tratamientos más eficientes y a una mejor calidad de vida para quienes menstrúan. ¡Haz clic para saberlo todo!
Las mujeres suelen empezar a menstruar a los 12 años, pero la regla puede bajar ya a los 8 o atrasarse hasta los 16.
El ciclo menstrual medio es de 28 días, pero puede durar desde 21 hasta 35, una oscilación que se considera normal. La regla (la fase de sangrado) dura entre tres y siete días.
Hasta el 90% de las mujeres experimenta dolor durante el periodo. Este puede ser más o menos agudo y suele estar asociado a los síntomas de depresión.
La dismenorrea o dolor menstrual se produce en la pelvis o el abdomen y suele prolongarse hasta tres días una vez empieza el sangrado.
Un nuevo estudio publicado hacia finales de 2024 en el Journal Briefings in Bioinformatics sugiere que la depresión podría provocar dismenorrea debido a una serie de genes específicos.
En estudios anteriores ya se había apreciado una ligación entre la dismenorrea y la depresión, pero no se había establecido una relación causal a nivel genético.
El experimento se basó en un método conocido como aleatorización mendeliana, es decir, un empleo de datos genéticos para estudiar la causa-efecto sin necesidad de hacer pruebas directamente en personas.
Los autores del experimento recopilaron datos genéticos de 600.000 personas europeas y 8000 asiáticas.
Después recurrieron a la bioinformática para detectar patrones en los genes y vías biológicas que vinculasen la depresión al dolor menstrual.
El estudio dice poder demostrar una relación causal "considerable" entre la depresión y la dismenorrea. Según sus conclusiones, este trastorno del estado de ánimo multiplica por 1,51 (es decir, un 51%) las probabilidades de padecer dolor menstrual.
Los investigadores también descubrieron un vínculo entre el insomnio de algunas personas con la depresión y la dismenorrea. Sin embargo, añadieron que "no se encontraron pruebas para respaldar un efecto causal".
Al menos un científico no involucrado en el estudio dijo que tanto este como el artículo no eran prueba suficiente, ya que la relación causal solo se atribuía a aquellos casos en los que se apreciaba una fuerte conexión genética.
Las personas con depresión u otros trastornos del estado de ánimo a menudo experimentan un dolor más intenso. Esta mayor sensibilidad está ligada a cómo el cerebro procesa las señales de dolor, amplificando la sensación de malestar.
Asimismo, la depresión puede disminuir la capacidad para lidiar con el dolor. La conexión entre este y los trastornos del estado de ánimo pueden hacer que condiciones como la dismenorrea sean difíciles de gestionar.
La dismenorrea primaria es el resultado de unos niveles elevados de prostaglandinas, los químicos que provocan las contracciones uterinas durante la menstruación.
Los trastornos menstruales también se asocian a otras condiciones como la menopausia precoz.
La aleatorización mendeliana aplicada que tenía por objetivo estudiar la relación entre la depresión y el dolor menstrual presupuso la ausencia de factores ambientales que influyesen en la depresión, la genética o el dolor menstrual.
Podría haber mecanismos subyacentes que expongan a las personas tanto a la depresión como a dismenorrea, pero las vías específicas que conectan estas condiciones siguen sin estar claras debido a la falta de datos detallados y personales.
Otra limitación que se le achaca al estudio es que no se ha tenido en cuenta la gravedad o el tratamiento de la depresión a nivel personal, lo que dificulta la comprensión de las relaciones observadas.
Los expertos han señalado que la relación también podría funcionar en sentido contrario, es decir, que el dolor menstrual podría ser el que precede a la aparición de la depresión.
Hay un fenómeno denominado sensibilización central que ocurre cuando el cerebro se vuelve excesivamente sensible a los estímulos normales y los interpreta como dolorosos. Los pacientes con dolor pélvico crónico tienen este problema, lo que vincula todavía más el dolor reproductivo a la depresión.
En animales también se ha observado una segunda causa de dismenorrea asociada a la depresión. Esta condición en particular hace que se forme un tejido similar al uterino por fuera del útero, lo que provoca dolor y esterilidad.
Está más que demostrado que tener la primera regla (menarquia) a una edad temprana aumenta el riesgo de padecer depresión en la adultez.
Tener dismenorrea no siempre equivale a estar deprimido. Sin embargo, si el dolor es tan fuerte que interfiere con tu vida diaria, es importante ir al médico para identificar trastornos del estado de ánimo u otras causas secundarias de dismenorrea.
Abordar los problemas tanto mentales como físicos garantiza que la atención sanitaria sea lo más integral y holística posible. Recurrir a una atención sanitaria interprofesional te permitirá recibir tratamientos personalizados, obtener mejores resultados y paliar el estigma que rodea a los trastornos y enfermedades que afectan a las mujeres.
Algunos métodos conocidos por ayudar a paliar el dolor menstrual también mejoran los síntomas de la depresión. Actividades como el yoga, el deporte y los ajustes dietéticos suelen ofrecer otros beneficios tanto físicos como mentales.
Si cambiar de estilo de vida no mejora los síntomas, ve al médico y pregunta si existe alguna medicación que pueda ayudarte a aliviar el dolor.
Fuentes: (CNN Health) (Clevland Clinic)
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Un estudio reciente apunta a que existe una "fuerte relación genética" entre el dolor menstrual y la depresión
SALUD Menstruación
Gracias a un reciente estudio, varios científicos han descubierto que la depresión podría provocar dolor menstrual. Aunque los resultados no están exentos de polémica, en esta galería te ofrecemos un resumen de las conclusiones y otras posibles justificaciones. Los expertos sostienen que la relación entre la salud mental y el dolor físico es mucho más compleja que un mero vínculo genético. Entender cómo funciona esta relación podría abrir la puerta a tratamientos más eficientes y a una mejor calidad de vida para quienes menstrúan. ¡Haz clic para saberlo todo!