El Vaticano se vio obligado a cambiar su proceso de embalsamamiento de papas tras el caso de Pío XII en 1958. La Santa Sede tiene sus propios métodos para tratar los restos de los difuntos sumos pontífices, pero en aquella ocasión todo salió mal y el cuerpo de Pío XII acabó gravemente descompuesto. La historia de cómo este papa explotó mientras lo transportaban de vuelta al Vaticano tras los preparativos para su entierro es tan increíble como escatológica. Si quieres saber qué fue lo que ocurrió, ¡haz clic para seguir leyendo!
Tras la muerte del papa Francisco en abril de 2025, sus restos fueron sometidos a varios rituales. En primer lugar, el sumo pontífice fue trasladado desde su residencia en el Vaticano hasta la basílica de San Pedro tras su fallecimiento.
Después, a su cuerpo le practicaron un proceso de embalsamamiento conocido como tanatopraxia. Este permite que los restos mantengan una "apariencia natural" hasta 10 días después de la muerte.
Aunque en el caso del papa Francisco todo fue como la seda, algunos de sus predecesores no tuvieron tanta suerte. De hecho, el proceso que se siguió para tratar sus restos se puso en práctica a raíz de un embalsamamiento papal que salió terriblemente mal.
Decir que el papado de Pío XII acabó mal es quedarse corto. Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli fue obispo de Roma hasta ser elegido sumo pontífice en 1939. Sirvió hasta que murió de insuficiencia cardíaca en 1958.
Aunque a muchos papas se los recuerda por lo que hicieron en vida, el funeral de Pío XII fue tan desastroso que ha quedado grabado para siempre en la memoria colectiva.
Durante su papado, en Europa se estaba produciendo un genocidio. La Segunda Guerra Mundial asediaba el mundo y el holocausto nazi tenía por objetivo borrar a grupos étnicos enteros de la faz de la Tierra.
La postura del papa fue cuanto menos polémica. Se lo criticó largo y tendido por mantenerse imparcial ante las terribles consecuencias de la Segunda Guerra Mundial.
Aunque muchos se mostraron críticos con la postura del papa y la imparcialidad de la Iglesia católica ante el holocausto, otros consideraban que Pío XII era un "santo de Dios".
Cuando Pío XII murió de insuficiencia cardíaca, su papado llegó a su fin. Su médico, el doctor Riccardo Galeazzi-Lisi, fue el responsable de preparar su cuerpo para el funeral y el entierro.
Antes de morir en octubre de 1958, el papa pidió que no le extrajesen los órganos cuando falleciese, algo que se salía de la tradición.
El papa quería que su cuerpo se enterrase "como Dios lo creó". La Iglesia respetó su petición y Riccardo Galeazzi-Lisi preparó su cuerpo en consecuencia.
Galeazzi-Lisi empezó a preparar el cuerpo del papa con sumo cuidado a pesar de que su inusual petición iba contra el procedimiento tradicional.
Galeazzi-Lisi acabó por seguir un método antiguo de embalsamamiento que contemplaba el uso de aceites y resinas, llegando a empapar el cuerpo del sumo pontífice en una mezcla de aceites.
Galeazzi-Lisi también usó celofán para envolver el cuerpo en capas y capas de plástico. Según él, eligió hacerlo para intentar "recrear el tratamiento bíblico del cuerpo de Jesús".
Galeazzi-Lisi no extrajo los órganos del papa, lo que hizo que las bacterias intestinales se siguiesen acumulando aun después de la muerte. Esto, unido al calor que hacía aquellos días, fue el caldo de cultivo ideal para el desastre.
En el caso del papa, la acumulación de gases y el calor aceleraron el proceso de descomposición. Básicamente, las bacterias intestinales proliferaron.
El cuerpo del papa empezó a deteriorarse a los pocos días de su muerte. Al final, acabó por explotar de la que lo transportaban al Vaticano, sorprendiendo a todos los que habían asistido a la procesión.
Lo habitual en estos casos es extraer todos los órganos, drenar los tejidos y llenar el cuerpo de un fluido que ayude a preservarlo.
Según el laboratorio de anatomía del Surgeons Hall de Edimburgo (Escocia), al extraer los órganos se produce la autólisis. Es decir, las células y los tejidos del cuerpo son consumidos por sus propias enzimas.
El proceso de extraer los órganos antes del embalsamamiento no es nada nuevo. Los antiguos egipcios ya dominaban la técnica, ya que era una parte clave de la preservación del cuerpo.
El proceso de autólisis, unido a la putrefacción provocada por las bacterias intestinales, hizo que se acumulase mucho gas en el pecho del papa.
El cuerpo del papa empezó a deteriorarse con rapidez. En cuestión de cuatro días, su piel pasó de tener un tono amarillo a ponerse negra. El cuerpo básicamente "explotó" debido al gas acumulado en el pecho. Por si esto fuera poco, se le cayeron algunos dedos y la nariz.
Los científicos forenses hicieron todo lo posible por salvar el cuerpo del papa para que este aguantase el periodo de exposición. Los expertos utilizaron herramientas como formol y algodón y pusieron en práctica todas las estrategias posibles para mitigar los efectos de la explosión.
Por desgracia, todos sus esfuerzos fueron en vano. Los daños provocados por la explosión eran irreversibles. Para que el cuerpo fuese tolerable de ver, le pusieron una máscara de cera con la que le taparon el rostro.
El olor era insoportable que incluso algunos de los guardias suizos encargados de vigilar el cuerpo se desmayaron.
La situación era tan mala que los guardias se iban rotando cada quince minutos para evitar desmayarse por el olor.
Y la cosa no acabó ahí. Además de haber sido el causante de semejante situación, se descubrió que Galeazzi-Lisi había vendido información sobre el papa durante sus últimos días de vida.
Al parecer, Galeazzi-Lisi, el médico de confianza del difunto papa, no solo divulgó información a cambio de dinero, sino que también vendió fotos a la prensa.
Para sorpresa de nadie, el Vaticano no solo lo despidió, sino que también le vetó permanentemente la entrada.
Fuentes: (TV47) (LAD Bible) (People) (National Institutes of Health)
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Su cuerpo quedó irrecuperable
ESTILO DE VIDA ciudad del vaticano
El Vaticano se vio obligado a cambiar su proceso de embalsamamiento de papas tras el caso de Pío XII en 1958. La Santa Sede tiene sus propios métodos para tratar los restos de los difuntos sumos pontífices, pero en aquella ocasión todo salió mal y el cuerpo de Pío XII acabó gravemente descompuesto. La historia de cómo este papa explotó mientras lo transportaban de vuelta al Vaticano tras los preparativos para su entierro es tan increíble como escatológica. Si quieres saber qué fue lo que ocurrió, ¡haz clic para seguir leyendo!