En algunos países, el almuerzo es un momento sagrado que debe respetarse. Reunir a toda la familia alrededor de la mesa y comer platos caseros es un ritual diario que se transmite de generación en generación. No obstante, en un mundo en el que la comida rápida cada vez tiene más adeptos y en el que la productividad se valora por encima de todas las cosas, cada vez resulta más difícil sacar tiempo para comer con tranquilidad y, sobre todo, acompañado. Si quieres saber cómo repercute en tu salud física y mental comer con tus seres queridos, ¡sigue leyendo!
En los Estados Unidos, la mayoría de familias comen juntas solo una vez entre semana. A esto hay que añadirle que uno de cada cuatro estadounidenses consume comida rápida al menos una vez todos los días y que el estadounidense promedio también hace una de las cinco comidas diarias en el auto.
Una investigación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos apunta que los estudiantes que no comen regularmente con sus padres son más propensos a no ir a clase. Otro sondeo ha demostrado que los niños que no comen en familia faltan a clase el doble que los que sí lo hacen.
Y eso no es todo: los niños que comen con sus padres cinco o más veces a la semana exhiben hábitos alimenticios más saludables, tienen menos problemas con las drogas y el alcohol, rinden mejor en clase y tienen una relación más estrecha con sus progenitores.
Las ventajas físicas y mentales de comer acompañado son infinitas y, aunque muchas de ellas son especialmente beneficiosas para los niños, en realidad se aplican a cualquier persona, independientemente de su edad. Haz clic en la siguiente diapositiva para descubrir las principales razones por las que deberías sentarte a la mesa con tus amigos o familiares.
Se ha demostrado que comer con la familia ayuda a llevar una mejor alimentación en general, sobre todo en el caso de los adolescentes. Si estos comen solos, tienden a recurrir a los establecimientos de comida rápida que se pueden permitir en lugar de disfrutar de una comida familiar que, por lo general, siempre será más equilibrada.
Como es obvio, comer más platos caseros y menos comida rápida repercute favorablemente en nuestra dieta y salud. Da igual si es comida congelada servida con kétchup: seguirá siendo mucho más saludable que coger algo para llevar.
Muchas familias no pueden permitirse cocinar todos los días o tienen que recurrir a los alimentos más baratos para subsistir. Afortunadamente, los niños siguen beneficiándose de comer acompañados incluso si la comida es mejorable.
Los beneficios psicológicos también son muchos. Dejar las pantallas a un lado y sentarse a comer con nuestros seres queridos influye enormemente en el bienestar de todos.
En el caso de los niños, los estudios revelan que las comidas familiares ayudan a prevenir los trastornos alimenticios, el consumo de drogas y alcohol, los comportamientos violentos y las enfermedades mentales como la depresión.
Uno en particular demostró que las chicas jóvenes podían salir especialmente beneficiadas a nivel psicológico de comer con la familia de forma regular.
Comer solos todo el tiempo puede hacer que nos sintamos aislados. Sentarse a la mesa con otras personas tiene muchos beneficios, como ayudarnos a sentirnos más conectados y a estrechar lazos con quienes nos rodean.
En algunos países como EE. UU., una persona promedio dedica cada vez más horas al trabajo cada año. Por ejemplo, el estadounidense medio pasa 220 horas más trabajando al año que alguien de Francia. Si tenemos en cuenta que muchas culturas le confieren más importancia al ocio y a la relajación que otras, comer es la excusa perfecta para desconectar.
Las investigaciones también han demostrado que compartir comida con los demás cambia nuestra percepción y nos acerca a otras etnias y culturas.
Los niños necesitan estabilidad y seguridad para poder crecer. Incluso si se quejan por tener que sentarse a comer en lugar de seguir jugando, la rutina y la constancia les pueden ayudar a mejorar su confianza y autoestima.
Una vez estéis comiendo, es importante animarles a que hablen de cómo les ha ido y escucharles con atención. Esto les demuestra que les valoras y les respetas como personas, algo que damos por sentado cuando somos adultos y que olvidamos que los niños necesitan.
Esto viene a colación de hacer que los niños se sientan valorados y respetados. Aunque necesiten tu ayuda para crear una rutina, dejar que ellos también tomen decisiones les ayuda a reafirmar su autonomía.
Un estudio realizado en Canadá acompañó a varios niños desde la infancia hasta la niñez y reveló que los que comían regularmente con sus padres con 6 años ya estaban disfrutando de las ventajas sociales que esto les ofrecía con 10.
Se observó que, además de los beneficios generales para su salud y bienestar, estas interacciones positivas a la hora de comer los convertían en unos mejores comunicadores.
A medida que pasa el tiempo y que los niños se van haciendo mayores, puede ser más y más difícil encontrar actividades para hacer en familia. No obstante, hay una cosa que todo el mundo tiene que hacer todos los días: comer.
Aunque empecéis hablando de temas superficiales, como los deberes o los planes de fin de semana, podéis acabar abordando asuntos más personales. Es como la típica escena de las películas en la que un padre y un hijo se sinceran el uno con el otro mientras arreglan el coche o hacen alguna tarea juntos. Parece mentira, pero funciona.
Un estudio de gran amplitud que contó con la participación de 19.000 estudiantes demostró que el ciberacoso provocaba, entre otras cosas, ansiedad, depresión y consumo de drogas. No obstante, los adolescentes que comían o cenaban con sus padres de forma regular sufrían menos problemas a raíz del acoso.
Pasar tiempo en familia mientras comemos o cenamos crea una oportunidad perfecta para dialogar, lo que significa que el niño se sentirá más receptivo para expresar sus problemas y recibir ayuda.
En la actualidad, una familia estadounidense promedio gasta casi el mismo dinero en comida basura que en la compra. Esto suele ocurrir cuando los padres tienen varios trabajos y recurren a la comida rápida por ser barata y fácil de conseguir.
No obstante, para muchos de nosotros, el problema está en no saber priorizar y en necesitar un cambio de perspectiva. Ahora que sabemos que comer en familia puede repercutir favorablemente en la salud física y mental de nuestros hijos, ayudándoles a prevenir adicciones y enfermedades, ¿por qué no sacamos tiempo para hacerlo más a menudo?
Fuentes: (Stanford Medicine) (The Atlantic) (Parents.com)
Ver también: Celebridades que han sufrido algún trastorno alimenticio
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Comer acompañado puede mejorar tu salud física y mental
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En algunos países, el almuerzo es un momento sagrado que debe respetarse. Reunir a toda la familia alrededor de la mesa y comer platos caseros es un ritual diario que se transmite de generación en generación. No obstante, en un mundo en el que la comida rápida cada vez tiene más adeptos y en el que la productividad se valora por encima de todas las cosas, cada vez resulta más difícil sacar tiempo para comer con tranquilidad y, sobre todo, acompañado. Si quieres saber cómo repercute en tu salud física y mental comer con tus seres queridos, ¡sigue leyendo!