Tanto el esposo como la esposa recibían una serie de puntos dependiendo de si cumplían o no con ciertos aciertos o imperfecciones.
Al final, cada uno debía sumar todos sus aciertos y restar de esta cifra la puntuación total obtenida de las imperfecciones.
Veamos cómo funciona: primero comenzaremos con los aciertos de los esposos, pasando luego a sus imperfecciones y más tarde repetiremos este sistema con las esposas.
Este acierto otorga cinco puntos al esposo.
Crane se refería en este apartado a cumplidos sobre la apariencia de la esposa, la calidad de sus platos, la limpieza del hogar, etc. Los hombres que cumpliesen con estas condiciones ganaban otros cinco puntos.
¡5 puntos por tener una buena memoria!
¡Este apartado valía 20 puntos!
El esposo debía ser amable con las amigas de su esposa para ganar otro punto.
En aquellos tiempos las tareas eran aún un deber exclusivo de la esposa. Sin embargo, si el esposo decidía echar una mano, ganaba otro punto.
¿Acaso ella no podía leer? Un punto para el esposo que leyese en voz alta para su esposa.
El deber de mantener a la familia era una carga enorme para los hombres, pero al menos les valía cinco puntos.
Si el esposo coqueteaba con otras damas, sufriría una rebaja de cinco puntos.
Lamentar su matrimonio en público solo le costaba al marido un único punto.
Un punto menos si el marido estaba distraído en la mesa.
Punto menos para el marido que hiciese esperar a su esposa.
Este feo gesto hacia su esposa costaba un punto.
Otro punto menos... y bien merecido.
Esa actitud es cruel para cualquier esposa y le costará al esposo un total de cinco puntos.
Parece que no importa si el esposo criticaba a su pareja en casa, pero si lo hacía fuera costaba cinco puntos.
¿Cuántas discusiones habrían comenzado con una cajonera abierta? Un punto menos.
Uno de los puntos más inmerecidos. ¿Cómo podía resolver el marido esta imperfección?
A pesar de que su marido perderá puntos por no avisar de que trae invitados, su esposa deberá ser una buena anfitriona para ganar un punto.
Si la esposa prepara el desayuno ya vestida (el pijama no vale), ganará un punto.
Si la casa estaba reluciente, las esposas ganaban un punto.
Crane especificaba que deberían ser instrumentos como el piano o el violín. Si la esposa sabía tocar ganaría un punto.
Punto para las esposas que supieran dar tema de conversación.
Llevar a los pequeños a la cama valía un punto.
La esposa ganaba cinco puntos si se tragaba su orgullo y era la primera en pedir perdón.
Si la esposa disfrutaba del sexo (o al menos lo fingía) ganaba 10 puntos.
Las mujeres temerosas de Dios ganaban 10 puntos.
Da igual que tuviera que preparar el desayuno, limpiar la casa o llevar a los pequeños a la iglesia, la esposa no debía hacer ruido para que su esposo pudiese dormir un poco más. Si lo conseguía, ganaba un punto.
Si a la esposa no le gustaban los niños (a pesar de que todos esperaban que los matrimonios tuviesen hijos en algún momento), perdería cinco puntos.
No son muchas las personas que saben coser en la actualidad, pero las esposas de los años 30 debían saber (y hacerlo bien) para no perder un punto.
El esmalte de uñas rojo era una clara señal de coquetería y libertinaje. Punto menos.
Debía estar guapa para salir de casa, aunque si tardaba demasiado perdía cinco puntos.
Sí, las medias debían lucir perfectas en las piernas. De lo contrario, la esposa perdería un punto.
La esposa debía lucir hermosa en el desayuno, pero nada de irse a la cama con productos cosméticos en la cara o con rulos en el cabello.
Esto puede resultar incluso divertido a día de hoy, pero en aquellos tiempos era una ofensa que costaba un punto.
Se suponía que las mujeres no debían conducir si viajaban con su esposo. No obstante, lo que tampoco podían hacer era criticar su forma de manejar el auto.
Cinco puntos menos para las esposas más coquetas.
¿Cuántos puntos ha conseguido tu matrimonio?
Si el esposo seguía siendo amable con su esposa aun estando a solas, ganaba otro punto.
Si la esposa evitaba los momentos íntimos con su marido, perdía un punto.
Naturalmente, los estándares para las parejas casadas eran muy diferentes en aquel entonces y ahora resultan casi irrisorios, aunque siempre es interesante comparar nuestra vida matrimonial con la de entonces y sacar conclusiones. ¡Haz clic para descubrir si tu matrimonio es digno de los estándares de la década de 1930!
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ESTILO DE VIDA Relaciones
George W. Crane fue un autor, profesor, educador, psicólogo y doctor en medicina que dirigió un servicio de asesoría matrimonial en la década de 1930. Fue un hombre muy apreciado en su tiempo dada su posición como experto en relaciones y su trabajo condujo a la creación de una prueba matrimonial diseñada para ayudar a los esposos y las esposas: ellos podrían, gracias a este examen, calificar su matrimonio y mejorar en aquellas áreas en las que aún no hubiesen conseguido progresar.
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