Los datos de New Pew demuestra que chicos y chicas viven la adolescencia de forma diferente en los EE.UU.
Hay adultos que no sienten predilección por los animales, pero es raro encontrar un niño que no se lo pase en grande con uno, sobre todo si no tiene hermanos. Sin embargo, hay pruebas que apuntan a que una mascota puede ser mucho más que un compañero para tu hijo. De hecho, puede llegar a jugar un papel crucial en el desarrollo de sus capacidades sociales y cognitivas. Si quieres saber más al respecto, ya sabes: ¡haz clic para seguir leyendo!
Traer un animal a casa no es una decisión que deba tomarse a la ligera, independientemente de la especie o del tamaño de la familia.
Cuidar de un animal es una gran responsabilidad, por lo que muchos padres con hijos pequeños no se ven capaces de dedicarle el tiempo o la energía necesarios.
Hay muchos otros, sin embargo, que se lanzan a la piscina: según un estudio de 2018 realizado en EE. UU., el 63% de los hogares con un bebé de menos de un año también tenían una mascota.
Si le preguntas a esos padres, probablemente te dirán que su mascota juega un papel importante a la hora de enseñarles a los niños lo que es el cuidado, la empatía y la responsabilidad.
Algunos incluso asegurarán que los animales influyen en las habilidades sociales, la salud física y el desarrollo cognitivo de sus hijos.
¿Es esto cierto? ¿De verdad una mascota puede estimular tanto el cerebro de un niño? Veamos lo que dicen las investigaciones.
En un estudio realizado con 4000 niños en la Universidad de Australia Occidental, tener mascota se asoció con un menor número de problemas entre compañeros y con un comportamiento social más proactivo.
En otro estudio, los niños de entre 2 y 5 años con perro resultaron ser más activos y menos dependientes de las pantallas. Asimismo, dormían más de media que los que no tenían perro.
Un estudio publicado en 2021 unió ambas investigaciones y descubrió que los niños que hacían actividades físicas con perros a menudo presentaban un mejor desarrollo.
Según Hayley Christian, profesora asociada de la Universidad de Australia Occidental, podemos sacar algo en claro.
"Tener mascotas y relacionarse con ellas en la primera infancia parece brindar estos beneficios añadidos en lo que al desarrollo socioemocional se refiere", comenta Hayley Christian.
Esto no quiere decir que todas las familias deban hacerse con un perro ya mismo o que los niños con perros sean mejores que los que no tienen mascota.
La carga financiera de mantener un animal, sobre todo uno con problemas conductuales o necesidades médicas especiales, puede sumar al estrés de unos padres ya ajetreados.
Además, hay pruebas que apuntan a que tener una mascota no influye en el bienestar emocional de los adolescentes (en contraposición al de los niños).
Según un estudio reciente, tener un perro durante la pandemia de la COVID-19 no hizo ninguna diferencia en la salud mental de los adolescentes estadounidenses.
En palabras de la responsable del estudio, Megan Mueller, "mi hipótesis es que la COVID-19 fue un factor muy estresante y no hubo una sola cosa que fuese suficiente para superarlo".
El alcance del efecto positivo de una mascota en un niño también depende de la calidad de la relación entre ambos.
Que un niño y una mascota compartan casa no quiere decir que vayan a tener una relación fuerte y positiva.
Los niños necesitan pasar tiempo con las mascotas para poder desarrollar un vínculo con ellas que influya en su desarrollo.
Por ejemplo, es improbable que un niño desarrolle un vínculo con un hámster si este está siempre en el cuarto de su hermano. Sin embargo, si tiene la oportunidad de sacar a pasear a un perro todos los días, la cosa cambia.
La edad del niño también puede influir en lo estrecha que sea la relación con la mascota. Los estudios apuntan a que los niños de entre 6 y 10 años desarrollan vínculos más fuertes con los animales más parecidos a los humanos.
Es decir, son más propensos a tener una relación más estrecha con los gatos y los perros que con especies más alejadas de nosotros como los peces o los pájaros.
Los niños de entre 11 y 14 años, sin embargo, parecen sentir el mismo apego emocional por los ratones, por ejemplo, que por los gatos y los perros.
La influencia del animal en el desarrollo del niño también depende de la dinámica familiar. Por ejemplo, un estudio australiano descubrió que los hijos únicos se beneficiaban más del vínculo con sus mascotas que aquellos con hermanos.
Esto puede que se deba a que, en cierto modo, una mascota puede actuar como un hermano. Los padres también pueden darles más independencia a sus hijos si estos van acompañados de un animal.
Incluso puede darse el caso de que las mascotas refuercen el vínculo entre los otros miembros de la familia. Por ejemplo, está demostrado que pueden fortalecer la relación entre los niños y los padres de acogida.
También parece ser que tener una mascota ayuda a los niños desarrollen un mejor entendimiento de los animales en general.
En palabras de John Bradshaw, un investigador de la Universidad de Bristol, "De alguna manera, [los niños] aprenden a ser más comprensivos, empáticos y sensibles con los animales en general gracias a sus mascotas".
Por último, los expertos creen que tener un animal por casa ofrece a los niños esa conexión tan necesaria con la naturaleza.
En resumidas cuentas, parece que tener mascotas brinda unos claros beneficios, aunque se trata de una responsabilidad que no debe tomarse a la ligera.
Fuentes: (BBC)
No te pierdas: Los mejores regalos para las mascotas
Mascotas y cerebro infantil: beneficios y desafíos
¡Te sorprenderás!
ESTILO DE VIDA Animales
Hay adultos que no sienten predilección por los animales, pero es raro encontrar un niño que no se lo pase en grande con uno, sobre todo si no tiene hermanos. Sin embargo, hay pruebas que apuntan a que una mascota puede ser mucho más que un compañero para tu hijo. De hecho, puede llegar a jugar un papel crucial en el desarrollo de sus capacidades sociales y cognitivas. Si quieres saber más al respecto, ya sabes: ¡haz clic para seguir leyendo!