El transporte público es un maravilloso invento que nos lleva del punto A al B por un precio decente en un plazo razonable de tiempo. Precisamente por tratarse de un servicio público, todos deberíamos seguir unas reglas básicas para cuidar del espacio y hacerle el trayecto más ameno a los demás. Algunas de ellas caen de cajón, pero nunca viene mal un recordatorio. Si quieres saber cuáles son y tomar nota para no hacerlas, ¡sigue leyendo!
Ir en transporte público significa tener exponer tus axilas al mundo en algún momento del trayecto, así que hazte un favor a ti mismo y a los demás y date una ducha antes de salir de casa. ¡No te olvides de ponerte desodorante!
A estas alturas, todo el mundo debería saber que esto no es nada higiénico. Cúbrete siempre la nariz y la boca cuando vayas a toser o estornudar para evitar propagar los gérmenes. ¡Y usa el codo, no la mano!
Sabemos que ese aburrido trayecto de casa al trabajo parece el momento perfecto para ponerte al día con tus amigos y familiares, pero a nadie le interesa lo que tienes que contarles. ¿Por qué no les llamas en otro momento?
¡Deja salir a la gente antes de entrar! Si pones un pie en el transporte en cuanto se abran las puertas, no solo no entrarás más rápido, sino que le generarás más estrés a todos los que estén a tu alrededor.
El olor de cientos alimentos se vuelve especialmente insoportable en espacios cerrados como el bus o el tren. Sabemos que tienes hambre, pero espera a estar en la calle para comerte ese sándwich.
El transporte público no se pensó para salvaguardar el espacio personal, por lo que abrir o estirar las piernas solo hará que los demás estén incómodos. Además, ¡alguien podría tropezar y caerse!
Cuando el transporte va lleno, es normal chocarse con el resto de pasajeros, pero eso no es ninguna excusa para poner tus manos en el trasero de nadie. ¡Ni se te ocurra hacerlo!
Si el transporte va vacío, no pasa nada por apoyar la mochila en el asiento de al lado. Ahora bien, si ves que el resto de pasajeros van como sardinas en lata, ¿por qué no facilitas las cosas?
Si eres más largo que un día sin pan, intenta sentarte correctamente en el transporte. ¡No querrás clavarle el codo en las costillas al de al lado!
Todos tenemos flatulencias, pero eso no es excusa para soltarlas en el transporte público. ¡Los niveles de oxígeno ya son lo suficientemente bajos!
Los asientos están para sentarse, no para apoyar los pies. Cuando lo haces, no solo ocupas más espacio, sino que además lo ensucias.
Si ves que hay espacio de sobra, entonces no pasa nada por pedirle a la gente que te deje pasar. Pero si ves que el transporte va a reventar, ¡no le pidas peras al olmo!
Los periódicos son enormes, por lo que leerlos abiertos de par en par en el transporte público no es buena idea. ¡Dóblalo o lee las noticias en el celular!
Nadie quiere ver cómo te cortas las uñas ni cómo te las pintas con un esmalte que huele a kilómetros.
No hay nada peor que ver a alguien joven y lozano ocupando un asiento reservado a ancianos y embarazadas. Si ves que alguien lo necesita más que tú, ¡cédeselo!
No hay nada malo en demostrarle a alguien cuánto le quieres, pero las muestras excesivas de afecto en espacios tan reducidos como un bus o un tren pueden hacer que el resto de pasajeros se sientan incómodos.
¡Por algo existen los auriculares! Estamos seguros de que a ti te encantan las canciones que escuchas, pero el resto de pasajeros pueden no tener tu mismo gusto musical. Y aunque lo tuviesen, ¡no tienen por qué escucharla en ese preciso instante!
Si vas de pie, intenta agarrarte como es debido a las barras. De lo contrario, te pasarás todo el trayecto tambaleándote y pisando a los demás.
Nada da más rabia que intentar llegar a tiempo a por el siguiente transporte y perderlo por no poder llegar a la puerta. Si ves que alguien quiere salir, ¡apártate y déjale pasar!
Subirte al transporte sin pagar no solo está mal, sino que además te arriesgas a que te caiga una buena multa.
La gente suele ir con prisa por las estaciones, así que harías bien en caminar a buen ritmo y en no pararte en cualquier lugar a charlar. ¡Nadie quiere tener que andar esquivándote!
Escuchar música a todo volumen no solo es molesto para el resto de pasajeros, sino que además es increíblemente perjudicial para tus oídos.
Es normal moverse ligeramente al ritmo de la música, sobre todo si es animada. Pero marcarte una coreografía en el medio de vagón o del autobús es demasiado excesivo, ¡sobre todo en hora punta!
Por muy lleno que vaya el transporte, intenta respetar siempre lo máximo posible el espacio personal de los demás, sobre todo si hay pocas barras libres a las que agarrarse.
Lo entendemos, estás cansado y se te cierran solos los ojos. ¿Pero por qué no te compras una almohada de viaje en lugar de andar apoyándote en el hombro del de al lado?
Gracias, pero no, gracias. Está bien que te tapes la cara al toser o estornudar, pero lo ideal es que lo hagas con el codo y no con la mano. ¡Sobre todo si no llevas desinfectante encima!
Las filas existen por un motivo y lo mínimo que tienes que hacer es respetarlas. El sistema varía de un lugar a otro, pero la regla básica siempre es la misma: no colarte.
Las barras están diseñadas para que la gente pueda agarrarse y no perder el equilibrio, no para que tú te pongas cómodo.
Hacer ruido sin parar con los pies es un gesto increíblemente molesto. ¡Solo conseguirás poner nerviosos al resto de pasajeros!
Fuentes: (Cosmopolitan) (All Womens Talk)
Ver también: Lo que tus compañeros de trabajo detestan de ti
Cosas que nunca deberías hacer en el transporte público
¡Tu mochila no necesita sentarse!
ESTILO DE VIDA Viajes
El transporte público es un maravilloso invento que nos lleva del punto A al B por un precio decente en un plazo razonable de tiempo. Precisamente por tratarse de un servicio público, todos deberíamos seguir unas reglas básicas para cuidar del espacio y hacerle el trayecto más ameno a los demás. Algunas de ellas caen de cajón, pero nunca viene mal un recordatorio. Si quieres saber cuáles son y tomar nota para no hacerlas, ¡sigue leyendo!