¿Te consideras optimista o más bien pesimista? ¿Sueles ver el vaso medio lleno o medio vacío? Si bien es cierto que tener una actitud positiva suele ser beneficioso para la salud física y mental, hay gente que se pasa de rosca y acaba necesitando una pequeña dosis de realidad o incluso de pesimismo para poder ser más resiliente y lograr sus objetivos. Si quieres saber cómo ser optimista sin perder el equilibrio, ¡sigue leyendo!
El optimismo se basa en sentir que lo bueno está por venir y en que todo va a salir bien.
La palabra también hace referencia a la esperanza y la confianza en el futuro.
Una forma muy sencilla de ser más optimista es adoptar un cambio de mentalidad. Por ejemplo, en lugar de quejarte por tener que ir al trabajo, piensa "tengo la suerte de tener un trabajo". El optimismo también se basa en reconocer tu privilegio y no dar nada por sentado. ¿Cuáles son los otros síntomas?
Los optimistas creen que lo bueno aún está por venir.
Creer que todo saldrá bien también es un rasgo muy propio de los optimistas.
Los optimistas ven los desafíos y los obstáculos como oportunidades para aprender.
Es más, ¡los optimistas creen que no hay mal que por bien no venga!
Los optimistas también suelen sentirse profundamente agradecidos por las cosas buenas de sus vidas.
Y siempre buscan formas de aprovechar al máximo las oportunidades.
De hecho, el futuro de los optimistas siempre está lleno de posibilidades... O eso creen ellos.
Donde los optimistas ven un vaso medio lleno, los pesimistas lo ven medio vacío. ¿Quién tiene razón?
Una persona optimista ve cosas buenas en todas partes, mientras que una pesimista se centra principalmente en los aspectos negativos de todo lo que le rodea.
Sin embargo, una investigación publicada por Psychology Today demuestra que "moderar una disposición positiva con una pequeña dosis de realismo o incluso pesimismo puede ser la mejor forma de desarrollar la resiliencia y alcanzar los objetivos vitales".
De hecho, ser demasiado optimista puede ser perjudicial, ya que puede poner en peligro los proyectos e incluso la propia salud, dicen los expertos. Ignorar la posibilidad de que ocurran cosas negativas puede dar lugar a una visión distorsionada de la realidad. A este fenómeno se lo conoce como el sesgo del optimismo.
Una vez dicho esto, ¿es el optimismo bueno para el cerebro? ¡Sin duda! La materia gris puede beneficiarse enormemente de una actitud positiva.
El optimismo reduce el estrés, activa la producción de dopamina y previene la depresión.
Al influir en la mente, el optimismo mejora el bienestar promoviendo un estilo de vida saludable. Esto se traduce en que los optimistas tienden a vivir más que los pesimistas.
¿Cómo se mide el optimismo en hombres y mujeres? Algunas de las respuestas son muy interesantes.
Según Trajectory, los hombres y las mujeres comparten el mismo nivel de optimismo por lo general. Esto no quiere decir, sin embargo, que no haya diferencias de género respecto a las cosas ante las que se muestran optimistas. Por ejemplo, los hombres suelen tener una actitud más positiva hacia el futuro de la economía.
Las mujeres, por el contrario, suelen mostrarse menos optimistas en cuanto a la seguridad mundial, asegura la American Counseling Association. Para contrarrestar el pesimismo, sin embargo, creen que la unión hace la fuerza, por lo que se muestran más optimistas que los hombres gracias a sus relaciones cercanas.
Curiosamente, las diferencias de género desaparecen en cuanto hay dificultades económicas. De hecho, los factores sociales y financieros que dictan el optimismo suelen tener los mismos efectos en hombres y mujeres durante los periodos de recesión.
¿Y tú? ¿Eres un pesimista que busca ser optimista? Al parecer, tener una actitud positiva ante la vida se debe en parte a la genética.
Los estudios apuntan a que la genética determina alrededor del 25% de los niveles de optimismo. Si bien el estatus socioeconómico influye, quienes poseen ciertos recursos o características psicológicas pueden apañárselas mejor en situaciones complicadas. No te desanimes: esto no significa que no puedas trabajar para mejorar tu actitud.
Cultivar la consciencia plena puede ayudarte a ser más optimista, ya que te permite centrarte en el presente y prestar atención a lo que te rodea.
Como ya hemos dicho antes, quienes se sienten agradecidos suelen tener una actitud más positiva y resiliente ante la adversidad.
Escribir un diario es una forma estupenda de plasmar tus emociones en papel. Anotar pensamientos positivos puede fomentar el optimismo.
A veces es posible desarrollar algo que se conoce como "optimismo adquirido", un concepto psicológico según el cual podemos cambiar nuestra actitud si reconocemos y contrarrestamos los pensamientos negativos que tenemos sobre nosotros mismos.
Poner esto en práctica permite a los pesimistas aprender a ser optimistas. Es otra forma de plantar cara a las dudas y la desesperación que puedes tener en la vida.
Si quieres ir un paso más allá, analiza los aspectos de tu vida en los que crees que puedes ser más optimista y trabaja por tener mejores hábitos y una forma de pensar más positiva.
El dolor y el pesimismo son omnipresentes, de ahí que sea tan importante encontrar un equilibrio saludable entre las actitudes positivas y las negativas.
Fuentes: (Psychology Today) (American Psychological Association) (BBC) (ScienceDirect) (Trajectory) (American Counseling Association) (NBC News) (National Institutes of Health) (Positive Psychology)
Ver también: Cómo tu actitud puede influir en tu éxito: señales y soluciones
¿Eres tan optimista como dices ser?
La esperanza es lo último que se pierde
ESTILO DE VIDA Pensamiento positivo
¿Te consideras optimista o más bien pesimista? ¿Sueles ver el vaso medio lleno o medio vacío? Si bien es cierto que tener una actitud positiva suele ser beneficioso para la salud física y mental, hay gente que se pasa de rosca y acaba necesitando una pequeña dosis de realidad o incluso de pesimismo para poder ser más resiliente y lograr sus objetivos. Si quieres saber cómo ser optimista sin perder el equilibrio, ¡sigue leyendo!