Asegúrate de que el comienzo del texto cale hondo en los lectores. Llama su atención con una frase interesante que también les ayude a conectar con la idea que quieres transmitir.
Sé cristalino. Evita la jerga y las frases enrevesadas. Ponte en el lugar del lector y asegúrate de escribir de forma clara y concisa.
Evita las palabras innecesarias y recuerda que menos es más. Pregúntate a ti mismo qué es lo realmente esencial que quieres transmitir y ve directo al grano.
Usa una voz directa e interesante que llame la atención de los lectores y les invite a seguir explorando el texto.
Escribe como si estuvieses hablando, es decir, encontrando un término medio entre la cercanía y la profesionalidad.
No te compliques la vida. Dedícale un párrafo a cada idea principal para no sobrecoger a los lectores innecesariamente.
Combina diferentes estructuras. Por ejemplo, mezclar frases cortas y largas crea un ritmo dinámico. Pregúntate a ti mismo cómo una variedad oracional puede mejorar la cadencia de la lectura.
La edición es tu mejor amiga. Revisa el texto varias veces para ir refinándolo hasta alcanzar una versión definitiva.
Para poder llegar a tus lectores, primero tienes que saber hablar su idioma. Conecta con ellos a un nivel personal estableciendo unas buenas bases.
Las transiciones fluidas ayudan a mantener el ritmo. Une los párrafos de forma lógica, asegurándote de que haya cohesión entre las ideas que quieres transmitir.
Apuesta siempre por las palabras sencillas para que el texto sea más fácil de entender.
Parte el texto en trozos fáciles de digerir. Aprovecha los espacios en blanco para darle un descanso a la vista y facilitar la comprensión.
No des rodeos y transmite las ideas de forma clara y concisa. Elimina las redundancias para respetar el tiempo del lector y facilitar la comprensión.
Resume las ideas de forma concisa. Acaba las frases con contundencia para que la idea cale hondo en los lectores.
Sé original y evita caer en los clichés. Usar un lenguaje fresco hará que el texto sea más vibrante y fácil de leer.
La voz pasiva puede hacer que la lectura se vuelva pesada. No te cortes y haz un buen uso de la voz activa para transmitir tus ideas.
La puntuación es lo que guía a los lectores. Úsala con precisión y de forma pertinente.
No te vayas por las ramas. Los detalles irrelevantes solo sirven para confundir a la gente. Asegúrate de que todo lo que escribas sea pertinente.
Escucha tus propias palabras. Leer en voz alta te ayudará a detectar todo lo que no suene bien. Es una forma sencilla pero eficaz de editar el texto.
¡Ojo con la coherencia de los tiempos verbales! Es importante que la tengas en cuenta para no despistar a los lectores.
Escribe de forma vívida para que la lectura sea más inmersiva y ofrezca una experiencia sensorial a los lectores.
La calidad es más importante que la cantidad. Elige adjetivos potentes que ayuden a transmitir el mensaje de manera contundente.
Las anécdotas le darán una dimensión más humana al texto y ayudarán a que los lectores se sientan más identificados con lo que les cuentas.
Pon lo más importante al principio de cada párrafo para que la información cale más hondo en los lectores.
Si no aporta nada, no lo incluyas. Cíñete a lo verdaderamente importante y no metas paja.
La coherencia en el formato le dará un toque profesional a tu trabajo y hará que sea más agradable a la vista.
Una gramática correcta legitima el trabajo y hace que la lectura sea más llevadera.
Usa palabras nuevas y concisas que enriquezcan el texto para así evitar también las repeticiones.
Pide una segunda opinión. Una mirada fresca puede captar cosas que a ti se te hayan escapado.
Fuentes: (QuillBot) (Coursera) (MasterClass)
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