El papado suele verse como la sede de la santidad y la autoridad moral. Sin embargo, su historia está manchada de sangre. Muchos de los que ocuparon el lugar de san Pedro lo hicieron en una época en la que vestir la túnica blanca del sumo pontífice era ponerse una diana en la espalda. Desde los primeros siglos de persecución romana hasta las sombrías intrigas de la Italia medieval, los papas no solo han muerto de causas naturales, sino también envenenados, asfixiados, encarcelados, exiliados e incluso lapidados. Algunos se enfrentaron a su martirio con valor y se convirtieron en leyenda. Otros sucumbieron al peso de la traición y la ambición. Si quieres saber de quiénes hablamos, ¡haz clic para seguir leyendo!
San Pedro, el primer papa y obispo de Roma, fue condenado a morir en la cruz por orden del emperador Nerón. En un gesto de humildad, Pedro pidió que lo crucificasen bocabajo, ya que se consideraba indigno de morir igual que Jesús.
El papado de Clemente de Roma empezó en el año 92, pero lo arrestaron ocho años más tarde durante una persecución romana y lo exiliaron. Como castigo por convertir a paganos al cristianismo, Clemente fue condenado a morir ahogado en el mar con un ancla alrededor del cuello.
Al papa Telesforo, quien ejerció en tiempos del emperador Adriano, se lo suele considerar un mártir, ya que murió por su fe en el año 137. Su legado vincula directamente el oficio papal a los sacrificios que se les exigían a los primeros cristianos.
Se cree que el papa Pío I fue martirizado durante una de las persecuciones intermitentes del emperador Antonino Pío o Marco Aurelio. Su muerte, que tuvo lugar alrededor del año 154, fue un reflejo de la vulnerabilidad a la que los cristianos estaban constantemente expuestos por aquel entonces.
Se cree que el papa Aniceto murió martirizado en abril del año 168 durante una temporada de persecuciones esporádicas pero implacables del emperador Marco Aurelio.
Exiliado a las minas de Cerdeña en tiempos del emperador Maximino el Tracio, Ponciano renunció al papado el 28 de septiembre del año 235 para evitar que la Iglesia se sumiese en el caos. Murió a raíz de las duras condiciones que tuvo que soportar en las minas y se convirtió en uno de los primeros papas en ser castigados por el Imperio.
El papa Antero sirvió durante tan solo unas pocas semanas antes de morir el 3 de enero del año 236 y algunas fuentes sugieren que pudo haber sido martirizado por ordenar el escrupuloso registro de los martirios cristianos. Este gesto desafiante contra las autoridades romanas podría haber sido la causa de su violenta muerte.
El papado de Fabián llegó a su fin durante la persecución de Decio. Fue arrestado y ejecutado el 20 de enero del año 250. Su muerte lo afianzó como mártir y se lo recuerda por mantenerse firme a pesar del incesante esfuerzo por parte de Roma de destruir una creciente comunidad cristiana.
En el año 253, el papa Cornelio fue exiliado y sometido a unas crueles condiciones que propiciaron su muerte. Se cree que lo decapitaron en junio y su martirio se convirtió en un claro ejemplo de la resiliencia de la Iglesia.
El papa Sixto II fue capturado por soldados romanos mientras daba misa en secreto en las catacumbas de Roma. Lo ejecutaron sin un juicio formal nada más arrestarlo el 6 de agosto del año 258. Esto no era nada inusual en aquella época, sobre todo en tiempos del emperador Valerio.
Aunque los detalles escasean, hay quienes creen que el papa Eutiquiano fue víctima de violencia anticristiana durante las últimas persecuciones romanas. Falleció el 7 de diciembre del año 283 y, aunque su muerte sigue siendo un misterio, es otro ejemplo de las dificultades a las que la Iglesia tuvo que enfrentarse en sus inicios.
Según consta, el papa Cayo murió martirizado el 22 de abril del año 296 tras huir de la persecución del emperador Diocleciano. Obligado a esconderse en las catacumbas romanas, acabó sucumbiendo bien a su ejecución, bien a las terribles condiciones que habría soportado en su intento por evitar que lo arrestasen.
Se dice que el papa Marcelino murió martirizado en el año 304 tras ceder a la presión de la persecución de Diocleciano, aunque no se conocen todos los detalles. Su martirio fue impugnado, lo que demuestra que incluso las figuras papales pueden verse atrapadas entre la supervivencia y los principios.
Juan I fue arrestado por el rey de los ostrogodos Teodorico el Grande y encarcelado tras el fracaso de una misión político-religiosa. Débil a raíz de los malos tratos y la negligencia deliberada, murió lentamente en prisión, víctima de las crueles políticas de su época. Finalmente falleció el 13 de agosto del año 523.
El papa Silverio fue depuesto y exiliado por las fuerzas bizantinas leales a la emperatriz Teodora. Confinado en la isla baldía de Palmarola, fue condenado a morir de hambre, un gesto deliberadamente cruel motivado por una traición política. Falleció el 2 de diciembre del año 537.
El papa Martín I fue arrestado por ir contra las políticas religiosas imperiales. Lo detuvieron, humillaron y exiliaron a Crimea por orden del emperador bizantino. Sometido a unas durísimas condiciones, acabó muriendo en el exilio el 16 de septiembre del año 655. Tiempo después se lo nombró mártir por su valiente defensa de la ortodoxia.
El papa Juan VIII fue el blanco de varios enemigos políticos y el 16 de diciembre del año 882 murió supuestamente envenenado por su séquito. Como el veneno tardó más de lo previsto en surtir efecto, sus verdugos le asestaron varios martillazos en la cabeza para acabar con él.
Tras celebrar un famoso juicio contra su fallecido predecesor (acontecimiento que se conoce como el Concilio Cadavérico), el papa Esteban VI se volvió muy impopular. Lo encerraron y murió estrangulado en agosto del año 897 a manos de sus oponentes políticos, quienes buscaban librar a Roma de su mancillado liderazgo.
Tras servir brevemente como papa, León V fue encarcelado por un antipapa y se cree que murió asesinado mientras estaba en prisión en el año 903. El antipapa Cristóbal, cardenal de San Lorenzo en Dámaso, quiso hacerse con el papado tras el asesinato de León, pero tan solo ejerció durante unos meses.
El papa Juan X fue depuesto y encarcelado por sus rivales políticos, en especial por la noble romana Marozia. Aislado e indefenso, lo asfixiaron hasta la muerte el 28 de mayo del año 928, otro lúgubre capítulo en la historia de la corrupción papal y las letales luchas por el poder.
El papado de Juan XII, conocido por su depravación, llegó a su fin el 14 de mayo del año 964, cuando supuestamente recibió un golpe mortal en la cabeza tras un encuentro adúltero. Algunos testimonios sugieren que su verdugo fue un marido celoso.
El papa Benedicto V fue depuesto por las fuerzas imperiales y exiliado a Alemania. Derrotado por la humillación y las duras condiciones, murió el 4 de julio del año 965. Su caída en desgracia fue obra de quienes ejercían el poder secular sobre el papado.
Tras una revuelta romana, el papa Benedicto VI fue encarcelado en el Castillo de Sant'Angelo. Sus oponentes, deseosos de asegurar el trono para su propio candidato, mandaron a un asesino a estrangularle en su celda, lo que hizo que el papado llegase a su fin de manera violenta en junio del año 974.
El papa Juan XIV también estuvo encarcelado en el Castillo de Sant'Angelo por orden del antipapa Bonifacio VII. Tras meses de duras condiciones, lo más probable es que muriese de hambre o asesinado. La fecha oficial de su fallecimiento es el 20 de agosto del año 984.
Poco después de coronar al emperador Enrique III de Alemania, el papa Clemente II cayó repentinamente enfermo y murió el 9 de octubre de 1047. Los historiadores han especulado mucho acerca de un posible envenenamiento debido a sus alianzas políticas.
Elegido por el emperador Enrique III, el papa Dámaso II tan solo ejerció durante 23 días antes de morir en circunstancias sospechosas el 9 de agosto de 1048. Se cree que lo envenenaron, lo que demostraría que tener el respaldo imperial no era garantía de supervivencia para los papas.
El papa Lucio II fue uno de los pocos en morir en batalla. Recibió una pedrada en la cabeza mientras lideraba un asalto armado para hacerse con Roma y murió poco después, el 15 de febrero del 1145.
Tras abdicar, Celestino V fue encarcelado por su sucesor, Bonifacio VIII. Aunque oficialmente murió de causas naturales el 19 de mayo de 1296, se rumorea que pudo haber sido asesinado para evitar un posible desafío.
Tras desafiar al rey Felipe IV de Francia, el papa Bonifacio VIII fue arrestado, golpeado y humillado por las tropas del monarca. Aunque al final lo liberaron, no tardó en morir del trauma. Curiosamente, tras su muerte, el rey celebró un juicio contra él en el que se le acusó de herejía y sodomía.
Fuentes: (HubPages) (Listverse) (Britannica)
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El papado suele verse como la sede de la santidad y la autoridad moral. Sin embargo, su historia está manchada de sangre. Muchos de los que ocuparon el lugar de san Pedro lo hicieron en una época en la que vestir la túnica blanca del sumo pontífice era ponerse una diana en la espalda. Desde los primeros siglos de persecución romana hasta las sombrías intrigas de la Italia medieval, los papas no solo han muerto de causas naturales, sino también envenenados, asfixiados, encarcelados, exiliados e incluso lapidados. Algunos se enfrentaron a su martirio con valor y se convirtieron en leyenda. Otros sucumbieron al peso de la traición y la ambición. Si quieres saber de quiénes hablamos, ¡haz clic para seguir leyendo!