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Secar
- La humedad favorece la aparición de bacterias, de ahí que secar los alimentos sea una de las formas de preservación más antiguas que existen.
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Un método popular
- Esta técnica se aplicaba a todo tipo de alimentos, entre los que se incluían cereales como el trigo y el centeno. Estos se secaban al sol o al aire libre antes de almacenarse.
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Fruta seca
- En las zonas de clima cálido, la fruta se secaba al sol; en las de clima frío, en hornos.
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Bacalao seco
- En Escandinavia, las bajas temperaturas permitían secar bacalao al aire libre.
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Carne seca
- La carne también podía preservarse en seco. El método consistía en cortarla en tiras finas y salarla ligeramente.
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El proceso
- En las regiones cálidas, la carne podía secarse al sol. En las más frías, sin embargo, lo más fácil era secarla al aire libre, bien en el exterior, bien en cobertizos.
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Salar
- La forma más habitual de preservar la comida era salarla, ya que de esta forma se secaba el alimento y se mataban las bacterias. A menudo se combinaba con otros métodos como el secado y el ahumado.
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En qué consiste
- Lo más habitual era impregnar la carne de sal y almacenarla en capas en un recipiente también lleno de sal. Si la carne se preservaba de esta forma durante los meses más fríos, podía durar años. Las hierbas y verduras también se conservaban de la misma forma en un recipiente hermético.
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Salmuera
- Aunque no resultaba del todo efectivo a largo plazo, conservar los alimentos en salmuera era otro método muy popular. De esta forma, la comida podía durar una o dos estaciones.
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Cocinar con alimentos salados
- La primera cosa que se hacía cuando se quería preparar comida en salazón para su consumo era ponerla a remojo en agua dulce. Sin embargo, por mucho tiempo que pasase, era prácticamente imposible eliminar toda la sal.
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Encurtir
- Encurtir verduras y otros alimentos era una práctica muy extendida en la Europa medieval. Este método no solo permitía conservar la comida durante meses, sino que también le confería un sabor especial.
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El proceso
- La forma más sencilla de encurtir un alimento era preservarlo en agua, sal y especias. El vinagre y el limón también se utilizaban para dotar a la comida de un sabor más intenso.
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La magia de la fermentación
- Una vez preparada la mezcla, el alimento se conservaba en un recipiente junto con el jugo en que estaría marinando hasta su consumo.
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Ahumar carne y pescado
- El ahumado era otra forma muy habitual de preservar el pescado y la carne, especialmente la de cerdo. Este método consistía en salar la carne y después colgarla sobre el fuego para que absorbiese el olor del humo mientras se secaba.
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Ahumar carne y pescado
- La sal ayudaba a espantar las moscas, prevenir la aparición de bacterias y acelerar el proceso de deshumificación.
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15 / 27 Fotos
Preservar en miel
- La fruta, además de secarse, también se preservaba en miel.
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Dulce como la miel
- La miel se ha utilizado como conservante durante miles de años y no solo para preservar fruta, sino también otros alimentos como la carne.
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Confitar
- Si escuchamos "confitar", es probable que pensemos en fruta. Sin embargo, en la Edad Media esta técnica implicaba cocinar la carne en su propia grasa. Los confites solían ser de pato o de cerdo.
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Cómo se preparaban
- Para hacer confites, la carne se salaba y se cocinaba durante mucho tiempo en su propia grasa. Una vez fría, se guardaba en un recipiente hermético y se almacenaba en un lugar fresco. De esta forma, podía durar meses.
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Fermentar
- La mayoría de métodos que hemos visto hasta ahora tenían por objetivo detener o ralentizar el proceso de descomposición. La fermentación, por el contrario, lo acelera.
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Alcohol
- El producto más habitual que se obtiene del proceso de fermentación es el alcohol. De esta forma se obtenía (y aún se obtiene) el vino, la hidromiel y la cerveza.
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Sidra
- La sidra y la perada se obtienen de la fermentación de las manzanas y las peras, respectivamente.
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Queso
- El queso es otro producto fermentado. Aunque la leche de vaca podía utilizarse para obtenerlo, en la Edad Media era más habitual recurrir a la de otros animales, como la oveja.
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Congelar
- Dado que el clima en Europa durante la Edad Media era bastante templado, no era habitual recurrir a la congelación para preservar los alimentos.
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El frío norte
- Sin embargo, algunas regiones del norte sí podían utilizar esta técnica durante los meses más fríos del año. En los castillos y casas señoriales, la comida se preservaba en hielo y se almacenaba en las bodegas hasta la llegada del verano.
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Cámaras de frío
- No obstante, llenar una bodega de hielo no era una tarea fácil, por lo que tampoco se trataba de una técnica muy común. Lo más habitual era utilizar cámaras bajo tierra para mantener los alimentos frescos durante más tiempo. Fuentes: (ThoughtCo.) (Discover Magazine) Ver también: ¿Cómo sobrevivía la gente al invierno en la Edad Media?
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Secar
- La humedad favorece la aparición de bacterias, de ahí que secar los alimentos sea una de las formas de preservación más antiguas que existen.
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Un método popular
- Esta técnica se aplicaba a todo tipo de alimentos, entre los que se incluían cereales como el trigo y el centeno. Estos se secaban al sol o al aire libre antes de almacenarse.
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Fruta seca
- En las zonas de clima cálido, la fruta se secaba al sol; en las de clima frío, en hornos.
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Bacalao seco
- En Escandinavia, las bajas temperaturas permitían secar bacalao al aire libre.
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Carne seca
- La carne también podía preservarse en seco. El método consistía en cortarla en tiras finas y salarla ligeramente.
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El proceso
- En las regiones cálidas, la carne podía secarse al sol. En las más frías, sin embargo, lo más fácil era secarla al aire libre, bien en el exterior, bien en cobertizos.
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Salar
- La forma más habitual de preservar la comida era salarla, ya que de esta forma se secaba el alimento y se mataban las bacterias. A menudo se combinaba con otros métodos como el secado y el ahumado.
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En qué consiste
- Lo más habitual era impregnar la carne de sal y almacenarla en capas en un recipiente también lleno de sal. Si la carne se preservaba de esta forma durante los meses más fríos, podía durar años. Las hierbas y verduras también se conservaban de la misma forma en un recipiente hermético.
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Salmuera
- Aunque no resultaba del todo efectivo a largo plazo, conservar los alimentos en salmuera era otro método muy popular. De esta forma, la comida podía durar una o dos estaciones.
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Cocinar con alimentos salados
- La primera cosa que se hacía cuando se quería preparar comida en salazón para su consumo era ponerla a remojo en agua dulce. Sin embargo, por mucho tiempo que pasase, era prácticamente imposible eliminar toda la sal.
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Encurtir
- Encurtir verduras y otros alimentos era una práctica muy extendida en la Europa medieval. Este método no solo permitía conservar la comida durante meses, sino que también le confería un sabor especial.
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El proceso
- La forma más sencilla de encurtir un alimento era preservarlo en agua, sal y especias. El vinagre y el limón también se utilizaban para dotar a la comida de un sabor más intenso.
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La magia de la fermentación
- Una vez preparada la mezcla, el alimento se conservaba en un recipiente junto con el jugo en que estaría marinando hasta su consumo.
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Ahumar carne y pescado
- El ahumado era otra forma muy habitual de preservar el pescado y la carne, especialmente la de cerdo. Este método consistía en salar la carne y después colgarla sobre el fuego para que absorbiese el olor del humo mientras se secaba.
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Ahumar carne y pescado
- La sal ayudaba a espantar las moscas, prevenir la aparición de bacterias y acelerar el proceso de deshumificación.
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Preservar en miel
- La fruta, además de secarse, también se preservaba en miel.
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Dulce como la miel
- La miel se ha utilizado como conservante durante miles de años y no solo para preservar fruta, sino también otros alimentos como la carne.
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Confitar
- Si escuchamos "confitar", es probable que pensemos en fruta. Sin embargo, en la Edad Media esta técnica implicaba cocinar la carne en su propia grasa. Los confites solían ser de pato o de cerdo.
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Cómo se preparaban
- Para hacer confites, la carne se salaba y se cocinaba durante mucho tiempo en su propia grasa. Una vez fría, se guardaba en un recipiente hermético y se almacenaba en un lugar fresco. De esta forma, podía durar meses.
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Fermentar
- La mayoría de métodos que hemos visto hasta ahora tenían por objetivo detener o ralentizar el proceso de descomposición. La fermentación, por el contrario, lo acelera.
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20 / 27 Fotos
Alcohol
- El producto más habitual que se obtiene del proceso de fermentación es el alcohol. De esta forma se obtenía (y aún se obtiene) el vino, la hidromiel y la cerveza.
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Sidra
- La sidra y la perada se obtienen de la fermentación de las manzanas y las peras, respectivamente.
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22 / 27 Fotos
Queso
- El queso es otro producto fermentado. Aunque la leche de vaca podía utilizarse para obtenerlo, en la Edad Media era más habitual recurrir a la de otros animales, como la oveja.
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23 / 27 Fotos
Congelar
- Dado que el clima en Europa durante la Edad Media era bastante templado, no era habitual recurrir a la congelación para preservar los alimentos.
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El frío norte
- Sin embargo, algunas regiones del norte sí podían utilizar esta técnica durante los meses más fríos del año. En los castillos y casas señoriales, la comida se preservaba en hielo y se almacenaba en las bodegas hasta la llegada del verano.
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25 / 27 Fotos
Cámaras de frío
- No obstante, llenar una bodega de hielo no era una tarea fácil, por lo que tampoco se trataba de una técnica muy común. Lo más habitual era utilizar cámaras bajo tierra para mantener los alimentos frescos durante más tiempo. Fuentes: (ThoughtCo.) (Discover Magazine) Ver también: ¿Cómo sobrevivía la gente al invierno en la Edad Media?
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Técnicas ancestrales: la conservación de alimentos en la Edad Media
La gente empleaba todo tipo de métodos para mantener la comida fresca
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Durante siglos, los humanos han utilizado todo tipo de técnicas para conservar la comida y protegerla de las inclemencias del tiempo y otras catástrofes, como la guerra y la hambruna. Además, ciertos métodos de preservación también conferían un sabor especial a los alimentos. La forma de conservarlos dependía del propósito que se les quisiera dar, ya fuese para consumo diario o para comerciar con ellos. Si quieres saber más y ampliar tus conocimientos históricos y culinarios, ¡sigue leyendo!
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