En una familia sana, cada miembro tiene su privacidad (y sí, eso incluye a los niños). Esto es algo que todos entienden y respetan.
En una familia sana, los padres cargan con el trabajo emocional y enseñan a los niños a responder a las emociones con empatía, autocontrol y un comportamiento adecuado. De esta forma, ellos solo tienen que aprender.
Aunque los adultos tengan la última palabra, todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión. Asimismo, todos la respetan.
Los niños criados en familias que dejan poco o ningún espacio a la diversidad de opiniones suelen crecer sin saber quiénes son. Cuando se te enseña cómo y qué pensar, es normal no saber hacerlo por ti mismo.
Todas las familias tienen reglas, pero no siempre son coherentes o se ajustan a la edad de los niños, lo que puede dar lugar a un entorno confuso y caótico.
Los niños siempre están creciendo y aprendiendo, por lo que no se puede esperar lo mismo de ellos que de los adultos.
Todos los miembros se preocupan por la salud y el bienestar de los otros en función de su edad.
Los padres cuidan emocionalmente de los niños y no al revés. Asimismo, los otros miembros buscan satisfacer las necesidades del resto de la familia.
En una familia sana, los niños y el resto de miembros se sienten seguros a la hora de aprender, crecer y cometer errores.
Una familia sana entiende los errores de forma sana y sabe que estos no afectarán a su seguridad. Asimismo, es consciente de que el amor es incondicional.
Los miembros de la familia entienden que errar es humano y que la vida es un aprendizaje y crecimiento constantes. El conflicto se aborda de una manera segura y adecuada.
Las familias sanas exploran los errores para entenderse y mejorar en lugar de para avergonzar a quienes los han cometido.
Los miembros de una familia sana se sienten agradecidos y se dedican palabras de ánimo y aliento en los momentos difíciles.
En lugar de competir, se animan entre ellos. Asimismo, se demuestran afecto mediante abrazos o apretones de manos genuinos.
Las familias sanas tienen tradiciones con las que celebrar las fechas señaladas, los cumpleaños y los logros, así como historias en común.
Estas tradiciones anclan a la familia y la unen. También otorgan un propósito a sus miembros.
Las familias sanas se ríen juntas y disfrutan de la compañía sin tomarse las cosas demasiado en serio.
Este sentido del humor, alegría y levedad son lo que hacen que la familia salga aún más unida de los momentos complicados.
El tiempo de calidad ocurre cuando se conecta física, emocional y mentalmente con la familia sin prestar atención a otras cosas.
Los miembros disfrutan los unos de los otros, ya sea preparando galletas, jugando o comiendo juntos.
Al igual que ocurre con el tiempo de calidad, la comunicación saludable parece simple, pero en realidad es vital para el correcto funcionamiento de la familia.
Los miembros de una familia sana se comunican de manera tranquila y respetuosa y no temen compartir sus sentimientos y experiencias.
Las familias sanas ven el conflicto y el desacuerdo como partes inevitables de la convivencia. Estos momentos difíciles se gestionan con calma y respeto, dejando que las personas hablen y prestando atención a lo que dicen.
Cuando surgen los desacuerdos, se abordan en el momento para evitar que la tensión y el enfado vayan a más.
En una familia sana, los miembros entienden que la salud de todos afecta a la de cada uno.
Las familias sanas cumplen sus promesas, se defienden y honran el papel de cada miembro.
Una de las mayores características de una familia sana es que sus miembros quieren estar juntos y se lo pasan bien en compañía.
Cuando los niños crecen, en lugar de cortar lazos con sus padres y abuelos, quieren que estos formen parte de sus vidas.
Dedícale un momento a reflexionar sobre tu familia y ver si cumple estas características. Por lo general, quienes arrastran traumas familiares no han tenido estas experiencias. Asimismo, ten en cuenta que no hace falta cumplir todos estos requisitos para tener una familia sana.
Fuentes: (Psychology Today) (Medium)
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Todas las familias son únicas y diferentes, pero existen algunos elementos comunes que contribuyen a disfrutar de un entorno familiar saludable. Desde respetar las opiniones dispares hasta entender los límites de cada persona, hay ciertas cualidades que todas las familias fuertes comparten. Aunque parezcan fáciles de identificar, muchos no saben reconocer estas características. Si no sabes qué es saludable, ¿cómo vas a distinguirlo de lo que no lo es? ¡Haz clic para descubrir cuáles son los principales rasgos de una familia sana!