Según Tomás de Aquino, comer nada más empezar el día era un acto de glotonería. No obstante, no todo el mundo compartía su opinión.
Aunque hoy en día desayunar se ha vuelto una parte imprescindible de nuestro día a día, solo los trabajadoras y personas con gran apetito solían hacerlo durante la Edad Media. Los primeros comían una modesta porción de pan para no desfallecer mientras araban los campos.
En la Edad Media, lo habitual era hacer una comida modesta al mediodía, seguida de una cena más copiosa por la noche. Algunas personas, a pesar de que no estaba bien visto, hacían una tercera comida durante la noche que solía acompañarse de vino y cerveza.
El pan y los cereales eran imprescindibles en la dieta medieval. De hecho, se cree que las personas consumían alrededor de 1-1,5 kg de pan al día, el equivalente a más de una barra entera de pan de molde.
La avena, el centeno y la cebada solían utilizarse para preparar gachas. La cerveza de cebada baja en alcohol era la bebida de preferencia por aquel entonces.
De media, se estima que una persona consumía unas 3000 calorías de pan de centeno y unas 1500 de cerveza al día. Aunque puede parecer mucho, no hay que olvidar que un campesino pasaba doce horas trabajando en el campo durante el verano.
El pan jugaba un papel esencial en la dieta del medievo, por lo que los panaderos tenían un trabajo de lo más rentable. Incluso llegaron a crear gremios parecidos a los sindicatos, pero que en ocasiones funcionaban como una especie de mafia medieval.
Los gremios tenían la obligación de salvaguardar las recetas familiares para evitar que otros se las robasen y les hiciesen perder su estilo distintivo.
En la Europa medieval la gente tenía miedo de contraer enfermedades por consumir frutas y verduras crudas.
Por ese motivo, era habitual hervir ambas cosas antes de comerlas. Este método también ayudaba a preservar la comida. Las conservas de fruta y los guisos de verdura formaban parte de la dieta de la época.
La carne era un recurso muy preciado que casi ningún campesino se podía permitir. Así pues, las personas consumían cualquier carne a la que lograsen tener acceso, por lo que no era de extrañar que acabasen comiendo erizos, cisnes, pavos reales e incluso gaviotas.
Se sabe que en 1467 el arzobispo Neville de York organizó un gran festín en el que los invitados devoraron una cantidad ingente de carne. A saber: "104 bueyes, 6 toros salvajes, 1000 ovejas, 304 terneros, 400 cisnes, 2000 ocas, 1000 capones, 2000 cerdos, 104 pavos reales, más de 13.500 aves de diferente tipo, 500 ciervos, gamos y corzos, 1500 empanadas de venado, 608 lucios y besugos, 12 focas y marsopas". ¡Menuda lista de la compra!
Durante la Edad Media, los campesinos solían secar la carne para evitar que se echase a perder. En el tratado médico Tacuinum Sanitatis podemos encontrar una ilustración de una pareja secando corazones de animales.
Asar un cerdo entero era una actividad habitual durante la Edad Media y se consideraba todo un lujo. No obstante, el lechón era una opción más refinada y suculenta.
El lechón se consideraba toda una exquisitez y lo mismo ocurría con la madre lactante. De hecho, el "vientre de cerda" era todo un manjar.
En la Edad Media también existía una especie de "comida rápida", si bien tardaba más en elaborarse que hoy en día. Las personas podían comprar aperitivos como empanadillas de carne, tortitas y barquillos que se preparaban con antelación y se vendían para su consumo inmediato.
No obstante, los establecimientos de comida rápida no gozaban de buena reputación, ya que se consideraban negocios sucios y fraudulentos en los que se usaba carne de poca calidad o se intentaba engañar a los clientes ofreciéndoles ternera por venado.
Según el escritor Umberto Eco, la incorporación de las legumbres a la dieta medieval marcó un antes y un después. Fue un cambio crucial, ya que los trabajadores medios no podían permitirse comprar carne. Eco creía que el consumo de legumbres jugó un papel significativo en la supervivencia de la civilización occidental durante la Edad Media.
Antes de que las legumbres pasasen a formar parte de la alimentación medieval, era difícil para las personas de a pie obtener suficiente proteína de su dieta.
Según Eco, las legumbres ayudaron a que la sociedad medieval se volviese más sana y resistente. Esto también aumentó el rendimiento laboral, los índices de fertilidad y la esperanza de vida. Para muestra, un botón: ¡la población europea se duplicó en tan solo unos pocos siglos!
Resulta curioso descubrir que los habitantes de la Europa medieval ya seguían algunas de las modas veganas actuales. Sin embargo, sus razones no estaban motivadas por los derechos de los animales.
Según la Iglesia católica, durante los días de ayuno no se podía comer carne ni otros productos de origen animal. Para encontrar un sustituto, los cocineros de la época decidieron obtener leche de las nueces y almendras.
Los dulces no eran algo que los campesinos pudiesen permitirse, pero no cabe duda de que la nobleza y la clase media no escatimaban en postres durante los festines.
Los postres más típicos solían ser el mazapán y los pasteles de frutas. Estos ayudaban a limpiar el paladar entre un plato salado y otro.
La cena de Navidad fue y sigue siendo muy importante en Europa. En la época medieval, el plato principal solía ser un ave asada, la cual variaba en función del poder adquisitivo de la familia. Las opciones más habituales solían ser el ganso y la chocha perdiz, mientras que los pudientes solían optar por el cisne.
Un plato típico de Navidad solía ser un pastel a base de hígado, riñones y corazón de ciervo. La carne se cortaba muy fina y se envolvía en masa.
Aunque el medievo no se caracterizó por los avances médicos, la dieta media de la época era bastante más sana que la actual. De hecho, las personas tenían muchas menos probabilidades de desarrollar diabetes o enfermedades cardiovasculares.
La ausencia de azúcares procesados en la comida y el trabajo manual en el campo fueron dos factores que contribuyeron a la salud general de la población durante la época.
La dieta medieval podría ser una alternativa a la tan elogiada dieta mediterránea para quienes están buscando mejorar su bienestar (eso sí, es recomendable que no se salten el desayuno).
Fuentes: (The Atlantic) (Ranker) (The New York Times)
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Echemos un vistazo
ESTILO DE VIDA Historia
Cuando pensamos en la comida del medievo, es inevitable que se nos vengan a la mente imágenes como las de las películas de "The Lord of the Rings". Es decir, solemos pensar en hombres barbudos devorando pavos enormes con mendrugos de pan y bebiendo cerveza hasta reventar. Sin embargo, la verdadera dieta medieval no solo era más simple, sino también más extraña. Los galenos de por aquel entonces no eran particularmente conocidos por su experiencia y precisión, por lo que su entendimiento de la comida y su consecuente efecto en la salud tenía unas repercusiones de lo más peculiares en las preferencias alimentarias de la época. Si quieres saber cómo comía un ciudadano llano de la Edad Media, ¡haz clic para descubrirlo!