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Darle premios todo el rato -

La dependencia excesiva de los premios puede hacer que tu perro solo acabe respondiendo a la comida y a nada más.

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Dejarlo en el auto -

La temperatura del auto puede volverse un peligro para tu perro en un abrir y cerrar de ojos. Unos pocos minutos dentro con calor pueden ser mortales.

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Querer castigarlo -

Es importante atajar los malos comportamientos a tiempo, ya que los perros solo vinculan un castigo a una acción específica si se les aplica de inmediato. Enfadarse con ellos después de que hayan hecho algo mal solo les alterará.

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No entender cuáles son sus recompensas preferidas -

Al igual que las personas, los perros tienen preferencias en lo que a las recompensas se refiere. Aunque a algunos les guste jugar a la pelota, otros se conforman con unas caricias en la barriga.

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Usar productos de limpieza fuertes -

Algunos productos de limpieza, como la lejía y el amoniaco, son peligrosos para los perros. Esto se debe a que pueden absorber las toxinas por las patas si el suelo está mojado, por ejemplo.

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No ponerle el cinturón de seguridad -

Los perros, al igual que las personas, deben viajar con el cinturón de seguridad abrochado. Esto se debe a que hacen frente a los mismos riesgos que nosotros si sufren un accidente.

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Quitarle la correa y obligarle a relacionarse -

Que tu perro conozca a otros canes puede ser una experiencia positiva o estresante. Para garantizar su bienestar, es mejor que no le quites la correa. De esa forma podrás evaluar mejor la situación y tomar las medidas que consideres pertinentes si la cosa se tuerce.

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Pensar que muerde los zapatos para vengarse -

Este comportamiento suele ser indicativo de que tu perro sufre ansiedad por separación, por lo que no tiene nada que ver con la venganza.

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Darle de comer del plato -

Darle de comer a tu perro algo que no debería consumir no solo crea malos hábitos sino que también supone un riesgo para su salud.

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Alimentarlo en exceso -

Usar la comida para expresarle afecto a tu perro puede tener malos resultados. Hay otras formas de darle cariño sin arriesgarte a que desarrolle sobrepeso.

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Reñirlo -

Echarle la bronca a tu perro y decirle qué está mal y qué está bien no suele ser muy efectivo. Los perros responden mejor a las indicaciones directas e inmediatas, tanto si son buenas como si son malas. Lo que está claro es que nunca debes esperar, ya que entonces no entenderá a que se debe la regañina.

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No quitarle nunca la correa -

Los perros necesitan mucho ejercicio físico y poder correr libremente es muy estimulante para ellos.

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No ponerle chip -

Ponerles chip es crucial en caso de que se pierdan, ya que puede salvarles la vida.

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No registrar el chip -

Asimismo, es importante que el chip esté registrado en el lugar adecuado, ya que existen varias bases de datos en función de tu zona geográfica.

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Consolarle cuando gimotea -

Cuando los perros se asustan, nuestro primer instinto suele ser consolarlos, pero esto puede acabar reforzando sus miedos.

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Sobrestimar su nivel de inteligencia -

Puede que tu perro parezca muy inteligente, pero no deja de tener el cociente intelectual de un niño de tres años. Por lo tanto, no pierdas nunca de vista que sigue siendo un animal que requiere de tu cuidado.

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Decirle que pare de ladrar -

Es probable que gritarle a tu perro para que deje de ladrar provoque el efecto contrario, ya que puede que él lo entienda como un juego.

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Abandonar el adiestramiento antes de tiempo -

Entrenar a tu perro puede ser agotador, pero la constancia es clave. No dudes de su habilidad para aprender y poner en práctica las órdenes que le enseñes.

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Restregarle el hocico en su orina o sus heces -

Este consejo está desfasado y rara vez funciona. Tu perro puede acabar sintiéndose ansioso por no entender qué es lo que le estás queriendo decir.

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Excluirle del testamento -

No dejes al azar el futuro de tu amigo peludo una vez ya no estés con él.

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Reforzar el mal comportamiento -

Si te ríes o le das mimos a tu perro cuando se porta mal, básicamente le estás dando a entender que ese comportamiento es aceptable y que puede repetirlo.

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Hacer que el adiestramiento con correa sea una experiencia negativa -

Los perros tienen que aprender a disfrutar de los paseos con correa. Por lo tanto, aunque tenga sus dificultades, nunca debe verse como una forma de castigo.

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Sustituir el cepillo de dientes con golosinas de cuidado dental -

Aunque estas golosinas ayudan a prevenir la aparición de placa y sarro, no sustituyen al cepillo de dientes.

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Darle juguetes cuando muerde los zapatos -

No se aconseja darle un hueso o un juguete para entretenerlo, ya que es probable que refuerce el mal comportamiento.

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No salir a pasear a diario -

Nunca hay que subestimar la importancia de los paseos diarios, ya que los perros los necesitan y disfrutan genuinamente de ellos. Aunque estés ocupado o cansado, siempre deberías evitar acortar los paseos o saltártelos directamente.

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Delegar completamente en el peluquero canino -

Debes bañar y cepillar a tu perro con frecuencia y no esperar a llevarlo a la peluquería canina.

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Confiar en cualquier cuidador de perros -

Que alguien disfrute de pasar tiempo con niños no quiere decir que se le dé bien cuidar de ellos y lo mismo se aplica a los perros. Si vas a recurrir a un cuidador, comprueba su experiencia y, si es necesario, habla con otros clientes suyos para pedirles su opinión.

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Pedirle a un amigo que cuide puntualmente de tu perro -

Si hay alguna emergencia, es crucial que tu perro esté con alguien que sepa reaccionar y gestionar la situación como es debido. Plantéate contratar a un cuidador de perros con la formación necesaria.

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Esperar que todas tus mascotas se lleven bien desde el principio -

Cuando los animales se conocen por primera vez, los encuentros no siempre ocurren como nos gustaría. Si estás pensando en tener otro perro, haz que se vean fuera con la correa puesta. Refuerza el comportamiento positivo con recompensas y observa cómo van evolucionando.

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Dejar flores a su alcance -

Algunas plantas y flores pueden ser tóxicas para los perros. Si tienen fácil acceso a ellas, pueden tirarlas al suelo y comérselas sin pensárselo dos veces.

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