La mantis religiosa es conocida mundialmente por su costumbre de arrancar la cabeza del macho de un mordisco durante el apareamiento. Después se asegura de devorar su cuerpo, que le sirve de alimento.
No obstante, esto no ocurre siempre. Según National Geographic, las hembras solo se comen a los machos un entre un 13% y un 28% de las veces. Parece ser que depende en gran medida de si el macho la irrita o no.
A pesar de ser un ritual de lo más grotesco, comerse a los machos es increíblemente beneficioso para las hembras. Según un estudio publicado en 2016, cuando las mantis chinas se comían a sus parejas, adquirían una serie de aminoácidos esenciales para los huevos que luego ponían, el doble de los que habrían puesto si no se las hubiesen comido.
Que no te engañe su apariencia: estas adorables criaturitas son conocidas por comerse las unas a las otras, sobre todo si hablamos de los perritos de las praderas de cola negra. Para que te hagas una idea, un tercio de las crías son víctimas de infanticidio.
John Hoogland, ecologista del comportamiento en el Centro de Ciencia Medioambiental de la Universidad de Maryland, descubrió que las hembras de la familia de la madre mataban y se comían a las crías (lo que vendrían siendo sus sobrinos y sobrinas) cuando esta abandonaba la madriguera en busca de alimento. Hoogland teorizó que esta práctica era un intento por parte de las "asesinas" de favorecer la supervivencia de sus propias crías.
Antes de que salga del útero, cuando el primer embrión de tiburón toro alcanza un cierto tamaño, empieza a comerse a sus hermanos pequeños, así como los huevos sin fertilizar de su madre.
Algunos científicos creen que esta práctica permite al bebé tiburón crecer grande y fuerte para que al nacer no sean tan vulnerable y tenga una mayor posibilidad de sobrevivir. Otros creen que, como la hembra de tiburón toro puede aparearse con más de un macho a la vez, los hermanos de un mismo padre podrían conspirar para comerse a sus hermanastros no natos.
Al igual que las mantis religiosas, las hembras de araña viuda negra suelen comerse a sus parejas, mucho más pequeñas, a veces incluso a mitad de cópula. Este canibalismo sexual es el que ha hecho que esta especie se gane el mote de "viuda".
Los machos a veces intentan escapar a su cruel destino, pero la mayoría lo aceptan sin rechistar. Otros, sorprendentemente, hasta se muestran deseosos de participar. "Suicidio copulativo" es el término que se emplea para hablar de cómo los machos saltan directamente a la boca de la hembra, por donde transfieren el esperma antes de perecer.
Jane Goodall, la famosa primatóloga británica, fue testigo de cómo unos chimpancés se devoraban entre sí en 1977. Desde entonces, se han documentado otros casos de canibalismo entre homínidos por razones que van desde la nutrición hasta la supervivencia, pasando por la insurrección y las guerras tribales.
Cuando estos simios practican el canibalismo, suele ser para comerse a los recién nacidos. Los machos matan a las crías de las tribus rivales y se retiran a los árboles a comérselas. Otros las roban de los brazos de sus madres y las devoran en lo que se cree que puede ser un intento de aumentar sus posibilidades de aparearse con las hembras.
El macho de araña pescadora oscura tiene asumido su destino y se hace una bola para ofrecerse como tentempié poscoital. Decimos "tentempié" porque las hembras son nada más y nada menos que un 90% más grandes que los machos.
Un estudio publicado recientemente en Current Biology reveló que las hembras que se comen a los machos producen crías un 20% más grandes y con un 50% más de posibilidades de sobrevivir que las nacidas de madres no caníbales.
No es raro que las gambas de agua dulce se coman las unas a las otras cuando la comida escasea, pero sus tendencias caníbales se disparan cuando están infectadas por el parásito "Pleistophora mulleri". Este diminuto parásito puede habitar en sus fibras musculares durante muchísimo tiempo, lo que aumenta el apetito de sus huéspedes de forma exponencial, pero hace que lo tengan complicado para cazar a las presas habituales.
Esto lleva a las gambas de agua dulce, hambrientas y discapacitadas, a comerse a sus propias crías, a veces en cantidades ingentes.
Y luego están las criaturas que no se comen a sus bebés, ¡sino que dejan que sean estos los que se las coman a ellas! Para garantizar la supervivencia de sus crías, la hembra de araña cangrejo les ofrece su cuerpo como alimento.
Este fenómeno se denomina matrifagia y también es una forma de asegurar que los genes perduren. Hasta la fecha, esta práctica se ha observado principalmente en insectos y arácnidos.
Estos anfibios sin extremidades viven bajo tierra y practican un escalofriante tipo de matrifagia que no requiere que la madre esté muerta: los bebés se alimentan de su madre y esta se regenera sobre la marcha.
La madre produce una especie de capa exterior de piel, rica en grasa y nutrientes, que sus crías devoran con unos dientes especialmente diseñados para ello. La piel vuelve a crecer y se renueva cada tres días, aproximadamente. Este tipo de alimentación permite que las crías crezcan a una velocidad vertiginosa.
Cuando un león se hace cargo de una manada, es habitual que mate a las crías. ¿La razón? No tener que hacerse cargo de bebés que no son suyos y malgastar sus recursos en el proceso.
Para deshacerse de las crías, los leones a veces recurren al canibalismo. Esta práctica es beneficiosa para el macho, no solo por el alimento que recibe, sino porque así puede aparearse más rápido con las madres.
Aunque los hipopótamos son principalmente herbívoros, se han documentado casos en los que estos animales se alimentaban de los cadáveres de los suyos (pero no de las crías).
Los científicos creen que la falta de hábitat y las sequías cada vez más frecuentes han empujado a estos animales herbívoros al canibalismo como método extremo de supervivencia.
Estas ranas dejan a sus crías en charcas con miembros más mayores de su propia especie, los cuales sabemos que de vez en cuando les pegan un buen mordisco a los renacuajos.
¿Qué lleva a estas ranas a dejar que las más mayores ataquen a sus crías? Parece ser que una charca llena de ranas sénior es un buen indicativo de que han sabido sobrevivir, por lo que una charca llena de ellas es un entorno favorable para que los renacuajos sigan su ejemplo, por muy irónico que parezca.
Estos animales son pequeños, adorables... Y caníbales. Las madres a veces se comen a sus crías recién nacidas, tanto en cautiverio como en libertad.
Pero no lo hacen por gusto. Los científicos creen que los hámsteres solo recurren al canibalismo cuando les faltan vitaminas y minerales esenciales para sobrevivir, lo que también incluye ese extra de proteína que las madres necesitan para amamantar. Es decir, para estos animales, su propia supervivencia es mucho más importante que la de sus crías.
En el caso del rape, no queda del todo claro quién se come a quién. Una vez que el macho encuentra a la hembra, le muerde la tripa, lo que provoca que su tejido se empiece a disolver y a fusionarse para siempre con el cuerpo de su compañera.
Los ojos, la cabeza, las aletas y los órganos del macho se fusionan con el cuerpo de la hembra mientras los vasos sanguíneos de ella empiezan a penetrar en el cuerpo de él para que sus nutrientes entren en los restos del macho y hagan que sus testículos crezcan. Básicamente, el macho se convierte en un parásito que se aloja en el cuerpo de la hembra y produce esperma para que ella pueda reproducirse gracias a una combinación de órganos masculinos y femeninos.
De la misma forma que las madres se comen a sus crías, a veces estas se comen entre ellas. En Australia es bastante habitual ver cómo los sapos de caña se alimentan de sus hermanos recién nacidos.
Esto ocurre en lugares donde los sapos de caña son una especie invasora y abundantemente destructiva en respuesta a la lucha por los recursos que se da entre ellos mismos por la falta de competidores. Este fenómeno ha dado pie a una adaptación evolutiva entre especies, ya que los renacuajos australianos ahora maduran mucho más rápido que sus parientes de América del Sur para evitar convertirse en un tentempié.
El canibalismo solía ser práctica muy poco frecuente entre los osos polares, pero de un tiempo a esta parte se ha vuelto más recurrente. Algunos climatólogos creen que se debe a los efectos del cambio climático, ya que el derretimiento del hielo polar está causando estragos en su alimentación (normalmente se alimentan de focas) y haciendo que devoren a sus crías para mantenerse a flote.
Fuentes: (National Geographic) (Science Times) (Discover Wildlife) (Science Focus)
Ver también: Animales prehistóricos que nunca conocerás
Por increíble que parezca, el canibalismo entre animales es una práctica de lo más común. La explicación es muy curiosa... Si obviamos lo grotesco del asunto, claro. Por desgracia, algunos animales están empezando a comerse los unos a los otros por la falta de alimento derivada del calentamiento global, lo que en última instancia puede acabar repercutiendo en su adaptación evolutiva. Si quieres saber más al respecto, ¡sigue leyendo!
Naturaleza extrema: explorando el canibalismo en el reino animal
La respuesta a este comportamiento es tan fascinante como perturbadora
ESTILO DE VIDA Naturaleza
Por increíble que parezca, el canibalismo entre animales es una práctica de lo más común. La explicación es muy curiosa... Si obviamos lo grotesco del asunto, claro. Por desgracia, algunos animales están empezando a comerse los unos a los otros por la falta de alimento derivada del calentamiento global, lo que en última instancia puede acabar repercutiendo en su adaptación evolutiva. Si quieres saber más al respecto, ¡sigue leyendo!