El síndrome del caballero blanco se define como un impulso fuerte y crónico de ayudar a los demás. Las personas que lo padecen tienden a ofrecer consejo aunque nadie se lo pida y a remover Roma con Santiago para echar un cable a quienes les rodean, aunque eso vaya en su propio detrimento. Suele estar motivado por traumas infantiles y se manifiesta de varias maneras. Algunas personas se sienten terriblemente culpables por no poder resolver los problemas ajenos, mientras que otras experimentan una profunda decepción cuando los demás rechazan su ayuda. Si crees que puedes sufrirlo o conoces a alguien que puede estar experimentándolo, hay varias cosas que puedes hacer para abordarlo. Si quieres saber cuáles son, ¡haz clic para seguir leyendo!
Los caballeros blancos de este tipo suelen tener un sentido apabullante de la responsabilidad desde muy temprana edad, algo que arrastran hasta la adultez.
Quienes sufren este tipo de síndrome del caballero blanco viven con miedo a que les abandonen en cuanto dejen de ser útiles. El origen suele estar en un trauma de la infancia.
Por último, tenemos al caballero blanco atemorizador/atemorizado. Este es increíblemente manipulador, probablemente a consecuencia de un trauma de la infancia.
Este tipo de caballero no necesariamente tiene buenas intenciones cuando ayuda a los demás. De hecho, suele hacerlo para retener a las personas a su lado.
Una alternativa saludable a estos tres tipos de caballero blanco es el salvador equilibrado. Las personas con este perfil reproducen los comportamientos empáticos, amables y solidarios.
Los salvadores equilibrados reconocen tanto las necesidades de quienes les rodean como su capacidad para ayudarles. Les echan un cable siempre que pueden, pero no porque necesiten ni esperen nada a cambio.
Una clara señal de que padeces el síndrome del caballero blanco es que tiendes a ofrecer ayuda o consejo sin que nadie te lo pida. Esto significa que te ofreces a echar un cable porque crees que la otra persona lo necesita, pero no porque te lo haya pedido o quiera tu ayuda.
La necesidad imperante de ayudar a los demás o de meterte donde no te llaman suele ser impulsiva y acabas diciendo cosas como "tan solo intento ayudar".
Las personas que padecen este síndrome también tienden a sentirse abatidas e indignas cuando alguien rechaza su ayuda, ya que pueden creer que la otra persona no las valora.
Los caballeros blancos a menudo sienten una gran satisfacción cuando son capaces de ayudar a los demás, de ahí que sufran cuando estos prefieren apañárselas solos.
Otro comportamiento clásico de los caballeros blancos es buscar parejas que puedan "arreglar". Como disfrutan ayudando a los demás, estar con alguien que les necesite les hace sentirse valorados.
Las relaciones con caballeros blancos suelen volverse abusivas cuando estos sabotean a propósito a la otra persona para asegurarse de que dependa de ellos.
Sentirse profundamente culpable al no poder ayudar a los otros es un posible síntoma del síndrome. Los caballeros blancos tienden a fijarse metas imposibles (y lo mismo hacen con los demás).
Por ejemplo, puede que aconsejes a un amigo con qué decirle a su jefe para que le conceda un aumento. Si no lo consigue, puede que sientas que has fracasado, aunque la situación no tenga nada que ver contigo.
Otro rasgo de los caballeros blancos es que tienden a anteponer las necesidades de los otros a las suyas (si bien la mayoría pecamos de hacer esto hasta cierto punto).
En el caso de los caballeros blancos, sin embargo, este comportamiento puede volverse extremo hasta el punto de renegar de su propio bienestar y salud mental.
Los caballeros blancos suelen arrastrar un pasado traumático. Su deseo incansable de ayudar a los demás suele estar motivado por un deseo de recuperar el control de su propia vida.
Tanto si tienes falta de autoestima como un sentido de inferioridad que hace que quieras demostrar constantemente lo que vales, esto puede manifestarse a través del síndrome del caballero blanco.
Puede que sea más fácil decirlo que hacerlo, pero si quieres pararle los pies al síndrome, tienes que empezar por negarte a ayudar a los demás.
Esto no quiere decir que le des la espalda a todo el mundo de golpe, sino que empieces por no ayudar a quienes no te lo han pedido explícitamente.
Otro paso importante a la hora de abordar el síndrome es confiar más en la capacidad de la gente para resolver sus propios problemas. Al fin y al cabo, una parte de ser un caballero blanco consiste en asumir que los demás son vulnerables.
En lugar de ver a los demás como pájaros heridos que necesitan tu ayuda, aprende a confiar en ellos y a tratarlos como iguales.
Dado que la causa del síndrome del caballero blanco suele ser la falta de autoestima, prueba a repetir afirmaciones positivas que te ayuden a sentirte valorado.
Dedica tiempo a hacer actividades que te gusten y que se te den bien, así como a escribir diez cosas específicas que te gusten de ti o diez habilidades de las que te sientas orgulloso.
Otra cosa que puedes hacer para invertir la dinámica es pedir ayuda. Admitir que necesitas que te echen un cable reducirá tu necesidad de control.
Puedes empezar pidiéndole ayuda a alguien con un proyecto del trabajo o con las tareas del hogar. Las relaciones son un quid pro quo, por lo que es importante que los demás también pongan de su parte de vez en cuando.
Por último, puede que sea buena idea hablar con un psicólogo de los traumas o sentimientos reprimidos que arrastras.
Como decíamos antes, el síndrome del caballero blanco se debe a problemas sin resolver de la infancia, por lo que ir a terapia puede ayudarte a solucionarlos y a pasar página.
Fuentes: (WikiHow)
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Aquí te contamos lo que es
ESTILO DE VIDA Síndrome del caballero blanco
El síndrome del caballero blanco se define como un impulso fuerte y crónico de ayudar a los demás. Las personas que lo padecen tienden a ofrecer consejo aunque nadie se lo pida y a remover Roma con Santiago para echar un cable a quienes les rodean, aunque eso vaya en su propio detrimento. Suele estar motivado por traumas infantiles y se manifiesta de varias maneras. Algunas personas se sienten terriblemente culpables por no poder resolver los problemas ajenos, mientras que otras experimentan una profunda decepción cuando los demás rechazan su ayuda. Si crees que puedes sufrirlo o conoces a alguien que puede estar experimentándolo, hay varias cosas que puedes hacer para abordarlo. Si quieres saber cuáles son, ¡haz clic para seguir leyendo!