La mayoría de creencias giran en torno a la necesidad de mejorar nuestra actitud y huir del pecado. En casi todas las religiones mayoritarias existe una fuente del bien y del mal. Lo primero suele asociarse con uno o varios dioses, mientras que lo segundo a menudo se representa a través de un solo personaje malvado y destructor. En el caso del cristianismo, Satán
es la encarnación de mal, un ángel caído enviado a los infiernos para torturar a las almas de los pecadores. Sin embargo, sus características son comunes a muchas otras figuras religiosas. Si quieres saber de quiénes hablamos, ¡sigue leyendo!