La historia de la venganza esencialmente es tan antigua como la de la humanidad. Hay algo biológico en el deseo de vengarse de quienes nos han hecho daño y, de hecho, provoca una liberación de hormonas del placer, aunque a largo plazo puede traer nuevas consecuencias negativas.
La venganza incluso está implícita en nuestro contrato social, ya que buscamos hacer justicia ante las injusticias, aunque el sentimiento siempre es más fuerte en el ámbito personal. Por lo tanto, cuando la venganza entra en juego, a menudo viene cargada de rasgos personales que nos dicen mucho del vengador. Y en algunos casos, esos rasgos dan auténtico miedo.
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