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Abraham Lincoln -

El decimosexto presidente de los Estados Unidos estaba tan al tanto de su apariencia que incluso bromeó al respecto. Después de que le llamasen dos caras en un debate, respondió: "Se lo dejo a mi audiencia. Si tuviera otra cara, ¿crees que me pondría esta?"

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Queen Elizabeth I of England -

Fue una de las últimas monarcas de los Tudor y, teniendo en cuenta la falta de cejas y la línea del cabello extrañamente alta, está claro que no hicieron mucho en el departamento de belleza por esta reina.

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Jean-Paul Sartre -

El famoso filósofo francés era consciente de su apariencia, especialmente después de cortarse el pelo. Cuando llegó a casa, su madre lloró, ya que había diseñado específicamente su antiguo corte de pelo para ocultar parte de su fealdad. ¡Ay!

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Grigori Rasputin -

El místico ruso definitivamente tenía un aspecto espeluznante, pero no te dejes engañar por su apariencia. Sedujo a innumerables mujeres nobles.

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Reina María I de Inglaterra -

También conocida como Bloody Mary, intentó revertir la Reforma Inglesa que había comenzado durante el reinado de su padre, Enrique VIII, y aunque estaba deslumbrada por las perlas y el oro, esta reina no tenía la belleza de su lado.

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Sócrates -

Según los relatos históricos, el filósofo griego era feo. De hecho, por esa razón se convirtió en un objetivo para Aristófanes en sus comedias.

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Joseph Bloor -

Es difícil olvidar esta imagen del fundador de la aldea de Yorkville, Canadá. Teniendo en cuenta que había que quedarse quieto durante cinco minutos para hacerse una foto, no es de extrañar que este fuera el resultado.

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George Eliot -

George Eliot, seudónimo de Mary Ann Evans, fue una escritora inglesa y una de las principales novelistas de la época victoriana. Una vez fue descrita por el famoso autor Henry James como "magníficamente fea, deliciosamente horrible".

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Alfred Hitchcock -

Alfred Hitchcock puede ser uno de los directores más famosos de todos los tiempos, pero su extraña apariencia agravó la rareza de una mente que creó tales terrores psicológicos.

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Tutankamón -

Si bien la máscara dorada puede hacerte pensar que Tutankamón era muy atractivo, piénsalo de nuevo. El faraón egipcio en realidad tenía deformidades corporales causadas por el incesto. Sus padres eran hermanos.

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Tomás de Aquino -

El sacerdote, teólogo y filósofo italiano sería un santo, pero no fue bendecido en lo que respecta a su apariencia.

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Leopoldo I -

El gobernante del Sagrado Imperio Romano Germánico desde 1658 hasta 1705 no era muy agraciado y el atuendo no ayudaba.

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Sarah Moore Grimké -

La educadora y escritora del siglo XIX fue una de las primeras defensoras del abolicionismo y los derechos de las mujeres. Y, aunque dedicó su vida a estas importantes causas, no fue recordada por su apariencia.

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Angelina Emily Grimké -

Al igual que su hermana, Angelina Emily Grimké no era una mujer llamativa. Sin embargo, la vida va más allá de la apariencia y el legado de las hermanas Grimké es un ejemplo perfecto de ello.

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Ludwig Van Beethoven -

El aclamado compositor y pianista alemán medía solo 160 centímetros y sus propios amigos lo describían como feo.

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Cleopatra -

En la cultura popular, Cleopatra es representada con una gran belleza, pero los registros históricos sugieren lo contrario. Por ejemplo, demuestran que tenía un cuello grueso y rasgos varoniles. Sin embargo, seguía siendo una seductora legendaria.

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Carlos II de España -

Debido a un linaje de matrimonios incestuosos en la rama española de los Habsburgo, Carlos II de España sufrió graves deformaciones. También era infértil y tenía dificultades para hablar y comer.

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John D. Rockefeller -

Era cofundador de la Standard Oil Company, y dominó el negocio petrolero de Estados Unidos, John D. Rockefeller tiene un extraño parecido con el Conde Orlok en 'Nosferatu' (1922).

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John C. Calhoun -

El séptimo vicepresidente de los Estados Unidos de 1825 a 1832, John C. Calhoun, fue un firme defensor de la esclavitud y de la protección del sur blanco. Un tipo intenso, como mínima, incluida su mirada espeluznante.

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Jacobo II de Escocia -

Claro, nadie se vería bien con ese cabello y ese atuendo, pero seamos realistas, algo le pasaba a este rey escocés.

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Reina Carlota de Mecklenburg-Strelitz -

Carlota era reina de Gran Bretaña e Irlanda como esposa del rey Jorge III y, como muchos miembros de la realeza de la época, tampoco era atractiva.

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Andy Warhol -

Andy Warhol, uno de los principales artistas del movimiento pop art de los años 60, creó toneladas de obras de arte. Desafortunadamente, luchó mucho con su apariencia, ya que sufría acné y rosácea. Su llamativo cabello decolorado tampoco pasaba desapercibido.

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Rey Enrique VIII -

Conocido por sus seis matrimonios y porque un número preocupante de ellos terminaron en muerte, este rey inglés no era exactamente un espectáculo para los ojos.

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Vlad el Empalador - A menudo es considerado uno de los gobernantes más importantes de Rumania y también el héroe nacional del país. Aunque podría recordarte a cierta criatura sedienta de sangre, no te preocupes, fue solo su nombre el que inspiró al vampiro literario de Bram Stoker, el conde Drácula.

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Franz Liszt -

Si bien el compositor húngaro fue un pianista experto que influyó en la época romántica, no envejeció tan bien como su música.

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René Descartes -

El filósofo y matemático francés podría haber inventado la geometría analítica y fundado la filosofía moderna, pero no dejó huella estéticamente hablando.

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Domḗnikos Theotokópoulos -

Ampliamente conocido como El Greco, el artista griego ciertamente no era recordado por su apariencia, sino por sus pinturas. Algunas de sus obras más conocidas incluyen 'Vista de Toledo' y 'Visión del Apocalipsis'.

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Ljubica Vukomanović -

Fue princesa consorte de Serbia entre 1817 y 1839,y era muy activa e influyente en la política serbia. Se casaó con el príncipe Miloš Obrenović I, con quien tuvo matrimonio difícil, y en una ocasión estuvo a punto de matar a una de las amantes de su marido.

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Felipe IV -

Recordado por su mecenazgo de las artes y su gobierno de España durante la Guerra de los Treinta Años, el rey Felipe IV también lucía el peinado menos favorecedor del reino.

Fuentes: (History Collection) (New Yorker)

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