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Problemas cognitivos
- El frío ralentiza la actividad eléctrica del cerebro, lo que hace que el procesamiento cognitivo sea más lento. Esto se traduce en una mayor dificultad para concentrarse, tomar decisiones o recordar instrucciones.
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Problemas cognitivos
- La exposición prolongada al frío puede provocar cansancio mental, lo que hace que concentrarse en tareas cotidianas como estudiar, conducir o trabajar sea más difícil.
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Menor claridad
- El cerebro necesita energía para ser eficiente. Cuando se expone al frío redirige los recursos para mantener la temperatura corporal, lo que merma su capacidad de pensar con claridad.
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Menor claridad
- Esto se traduce en un fenómeno conocido como "niebla mental", el cual hace que las personas se sientan confundidas u obnubiladas.
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Memoria reducida
- Las heladas pueden afectar al hipocampo, la región del cerebro encargada de almacenar y recuperar recuerdos.
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Memoria reducida
- Las tareas que requieren memoria, tales como aprender información nueva, también se pueden volver más complicadas cuando hay una exposición prolongada al frío.
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Peor circulación
- El frío hace que los vasos sanguíneos se constriñan, lo que limita la llegada de sangre al cerebro. Esta disminución de la circulación puede afectar a las habilidades cognitivas, es decir, hacer que nos cueste más pensar.
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Peor circulación
- En los casos más extremos, un menor riego sanguíneo puede contribuir al deterioro cognitivo o, con el tiempo, incluso al desarrollo de enfermedades como la demencia.
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Irritabilidad y cambios de humor
- El frío puede afectar a los niveles hormonales, provocando cambios de humor. La falta de sol en particular durante los meses más fríos puede provocar una bajada en los niveles de serotonina.
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Irritabilidad y cambios de humor
- Asimismo, la tensión fría puede disparar los niveles de cortisol, una hormona que afecta a la regulación del estado de ánimo, lo que se traduce en ansiedad o inestabilidad emocional.
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Estado de alerta mermado
- Como el cuerpo intenta conservar calor cuando hace frío, deja de invertir energía en funciones no esenciales como p. ej. mantener un alto estado de alerta.
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Estado de alerta mermado
- Un tiempo de reacción más lento puede afectar a la toma de decisiones y, por lo tanto, reducir nuestra capacidad de estar atentos o de llevar a cabo tareas con eficiencia.
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Mayor estrés
- La tensión fría ocurre cuando el cuerpo se ve obligado a utilizar más energía para mantenerse caliente, lo que puede activar la liberación de cortisol.
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Mayor estrés
- Tener el cortisol alto puede aumentar la ansiedad, la irritabilidad y reducir nuestra capacidad para lidiar con la presión.
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Acentuación de los problemas previos
- El frío puede empeorar los síntomas de problemas neurológicos previos. Por ejemplo, los pacientes de esclerosis múltiple pueden experimentar una mayor debilidad y dificultad de coordinación al verse expuestos al frío.
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Acentuación de los problemas previos
- Asimismo, las personas propensas a tener migrañas y otros tipos de cefaleas crónicas pueden experimentar episodios más frecuentes o intensos como resultado del frío.
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Problemas para dormir
- Aunque a algunas personas les resulta más fácil dormir cuando hace frío, a otras les ocurre justo lo contrario.
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Problemas para dormir
- El frío extremo puede provocar incomodidad, haciendo que sea más difícil encontrar una postura cómoda. También puede alterar el ritmo circadiano natural del cuerpo, el encargado de regular los patrones de descanso.
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Deterioro de la motricidad
- El frío puede tensar los músculos y las articulaciones, limitando la coordinación. Acciones sencillas como teclear, sostener un bolígrafo o atarse los cordones pueden volverse más difíciles debido a la falta de flexibilidad y destreza que acarrea el frío.
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Deterioro de la motricidad
- Esto puede provocar un aumento de los accidentes o errores a la hora de desempeñar actividades cotidianas como conducir, así como interferir en los trabajos que requieren destreza manual.
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Cefalea por estímulos fríos
- Este tipo de cefalea ocurre cuando algo frío como un helado entra en contacto con el paladar.
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Cefalea por estímulos fríos
- Esto provoca la rápida constricción y expansión de los vasos sanguíneos del cerebro, lo que se traduce en un dolor agudo y repentino.
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Menor regulación emocional
- La incomodidad que provoca el frío puede alterar la regulación emocional y, por lo tanto, generar cambios de humor e irritabilidad. La falta de sol en invierno reduce la serotonina, de ahí que la exposición al frío se asocie con el estrés y la depresión.
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Menor regulación emocional
- Estos desafíos emocionales pueden empeorar el bienestar y las relaciones interpersonales, lo que a su vez agrava los problemas de salud mental.
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Peores reflejos
- El frío afecta al sistema nervioso, limitando los reflejos y el tiempo de reacción.
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Peores reflejos
- Tener peores reflejos en invierno nos hace más propensos a las lesiones y los accidentes, ya que al cuerpo le cuesta más responder con rapidez a los cambios.
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Riesgo de hipotermia
- La exposición prolongada al frío extremo puede provocar hipotermia, un peligroso descenso de la temperatura corporal. Esto ralentiza significativamente el funcionamiento del cerebro, lo que nubla el juicio y dificulta la toma de decisiones.
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Riesgo de hipotermia
- A medida que la hipotermia avanza, las personas se sienten más confundidas y desorientadas hasta el punto de llegar a perder la consciencia.
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Cansancio por frío
- El frío obliga al cerebro a regular el calor corporal, lo que aumenta el cansancio y el aletargamiento.
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Cansancio por frío
- Este tipo de cansancio influye en la toma de decisiones, la concentración y el rendimiento físico, reduciendo la eficiencia en general y aumentando el riesgo de desgaste y agotamiento mental. Fuentes: (Verywell Mind) (The Scientist) No te pierdas: Cómo aprovechar el invierno: actividades divertidas para todas las edades
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Problemas cognitivos
- El frío ralentiza la actividad eléctrica del cerebro, lo que hace que el procesamiento cognitivo sea más lento. Esto se traduce en una mayor dificultad para concentrarse, tomar decisiones o recordar instrucciones.
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Problemas cognitivos
- La exposición prolongada al frío puede provocar cansancio mental, lo que hace que concentrarse en tareas cotidianas como estudiar, conducir o trabajar sea más difícil.
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Menor claridad
- El cerebro necesita energía para ser eficiente. Cuando se expone al frío redirige los recursos para mantener la temperatura corporal, lo que merma su capacidad de pensar con claridad.
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Menor claridad
- Esto se traduce en un fenómeno conocido como "niebla mental", el cual hace que las personas se sientan confundidas u obnubiladas.
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Memoria reducida
- Las heladas pueden afectar al hipocampo, la región del cerebro encargada de almacenar y recuperar recuerdos.
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Memoria reducida
- Las tareas que requieren memoria, tales como aprender información nueva, también se pueden volver más complicadas cuando hay una exposición prolongada al frío.
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Peor circulación
- El frío hace que los vasos sanguíneos se constriñan, lo que limita la llegada de sangre al cerebro. Esta disminución de la circulación puede afectar a las habilidades cognitivas, es decir, hacer que nos cueste más pensar.
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Peor circulación
- En los casos más extremos, un menor riego sanguíneo puede contribuir al deterioro cognitivo o, con el tiempo, incluso al desarrollo de enfermedades como la demencia.
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Irritabilidad y cambios de humor
- El frío puede afectar a los niveles hormonales, provocando cambios de humor. La falta de sol en particular durante los meses más fríos puede provocar una bajada en los niveles de serotonina.
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Irritabilidad y cambios de humor
- Asimismo, la tensión fría puede disparar los niveles de cortisol, una hormona que afecta a la regulación del estado de ánimo, lo que se traduce en ansiedad o inestabilidad emocional.
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Estado de alerta mermado
- Como el cuerpo intenta conservar calor cuando hace frío, deja de invertir energía en funciones no esenciales como p. ej. mantener un alto estado de alerta.
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Estado de alerta mermado
- Un tiempo de reacción más lento puede afectar a la toma de decisiones y, por lo tanto, reducir nuestra capacidad de estar atentos o de llevar a cabo tareas con eficiencia.
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Mayor estrés
- La tensión fría ocurre cuando el cuerpo se ve obligado a utilizar más energía para mantenerse caliente, lo que puede activar la liberación de cortisol.
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Mayor estrés
- Tener el cortisol alto puede aumentar la ansiedad, la irritabilidad y reducir nuestra capacidad para lidiar con la presión.
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Acentuación de los problemas previos
- El frío puede empeorar los síntomas de problemas neurológicos previos. Por ejemplo, los pacientes de esclerosis múltiple pueden experimentar una mayor debilidad y dificultad de coordinación al verse expuestos al frío.
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Acentuación de los problemas previos
- Asimismo, las personas propensas a tener migrañas y otros tipos de cefaleas crónicas pueden experimentar episodios más frecuentes o intensos como resultado del frío.
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Problemas para dormir
- Aunque a algunas personas les resulta más fácil dormir cuando hace frío, a otras les ocurre justo lo contrario.
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Problemas para dormir
- El frío extremo puede provocar incomodidad, haciendo que sea más difícil encontrar una postura cómoda. También puede alterar el ritmo circadiano natural del cuerpo, el encargado de regular los patrones de descanso.
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Deterioro de la motricidad
- El frío puede tensar los músculos y las articulaciones, limitando la coordinación. Acciones sencillas como teclear, sostener un bolígrafo o atarse los cordones pueden volverse más difíciles debido a la falta de flexibilidad y destreza que acarrea el frío.
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19 / 31 Fotos
Deterioro de la motricidad
- Esto puede provocar un aumento de los accidentes o errores a la hora de desempeñar actividades cotidianas como conducir, así como interferir en los trabajos que requieren destreza manual.
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Cefalea por estímulos fríos
- Este tipo de cefalea ocurre cuando algo frío como un helado entra en contacto con el paladar.
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Cefalea por estímulos fríos
- Esto provoca la rápida constricción y expansión de los vasos sanguíneos del cerebro, lo que se traduce en un dolor agudo y repentino.
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Menor regulación emocional
- La incomodidad que provoca el frío puede alterar la regulación emocional y, por lo tanto, generar cambios de humor e irritabilidad. La falta de sol en invierno reduce la serotonina, de ahí que la exposición al frío se asocie con el estrés y la depresión.
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Menor regulación emocional
- Estos desafíos emocionales pueden empeorar el bienestar y las relaciones interpersonales, lo que a su vez agrava los problemas de salud mental.
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Peores reflejos
- El frío afecta al sistema nervioso, limitando los reflejos y el tiempo de reacción.
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Peores reflejos
- Tener peores reflejos en invierno nos hace más propensos a las lesiones y los accidentes, ya que al cuerpo le cuesta más responder con rapidez a los cambios.
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Riesgo de hipotermia
- La exposición prolongada al frío extremo puede provocar hipotermia, un peligroso descenso de la temperatura corporal. Esto ralentiza significativamente el funcionamiento del cerebro, lo que nubla el juicio y dificulta la toma de decisiones.
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Riesgo de hipotermia
- A medida que la hipotermia avanza, las personas se sienten más confundidas y desorientadas hasta el punto de llegar a perder la consciencia.
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Cansancio por frío
- El frío obliga al cerebro a regular el calor corporal, lo que aumenta el cansancio y el aletargamiento.
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- Este tipo de cansancio influye en la toma de decisiones, la concentración y el rendimiento físico, reduciendo la eficiencia en general y aumentando el riesgo de desgaste y agotamiento mental. Fuentes: (Verywell Mind) (The Scientist) No te pierdas: Cómo aprovechar el invierno: actividades divertidas para todas las edades
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¿Qué le hace el frío a tu mente? Descubre sus efectos
Una bajada de las temperaturas puede provocar cambios químicos disruptivos
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Las bajas temperaturas afectan al cerebro de forma sorprendente, llegando a influir en todo, desde la memoria hasta la energía y los reflejos. Como el cuerpo trabaja por mantener la temperatura, el cerebro ajusta sus funciones, lo que suele provocar cansancio, un procesamiento cognitivo más lento y dificultad para tomar decisiones. La exposición prolongada al frío también puede afectar a la salud mental, así como aumentar el estrés y la irritabilidad. Para saber más al respecto, haz clic para seguir leyendo.
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