Los índices mundiales de lectura han experimentado un descenso constante y algunos países registran un nivel de participación alarmantemente bajo, con una media de solo dos o cuatro libros por persona al año. Diversos factores contribuyen a esta tendencia, como años de guerras, inestabilidad económica, infraestructuras deficientes y sistemas educativos con escasos recursos. En muchos lugares, la lectura se considera principalmente una herramienta para el éxito académico o el empleo, más que un hábito para toda la vida.
El acceso a los libros sigue siendo limitado en las regiones rurales y de bajos ingresos, y las industrias editoriales locales a menudo tienen dificultades para prosperar. Las distracciones digitales y la baja calidad de la alfabetización empeoran aún más las cosas. Varios países de África, Asia y Oriente Medio se sitúan actualmente entre los últimos puestos de la media mundial de lectura.
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